
Entre los memorables textos que Vladimir Nabokov preparó para sus clases en las universidades americanas, están los dedicados a Dostoievski; en ellos habla de la naturaleza del arte y de la emoción estética producida por éste :

"...hemos de tener siempre presentes que el arte es un juego divino. Ambos elementos el de lo divino y el de juego, son igualmente importantes. Es divino porque éste es el elemento en que el hombre se acerca más a Dios, convirtiéndose en auténtico creador por derecho propio. Y es juego porque seguirá siendo arte sólo en tanto se nos permita recordar que, en le fondo, todo es ficción que la gente del escenario, por ejemplo, no es asesinada de verdad [...] en el momento en que ese equilibrio se rompe tenemos, sobre la escena, un melodrama ridículo, y en un libro una descripción truculenta de, pongamos un caso de asesinato que estaría mejor en las páginas de un periódico. Y dejamos de experimentar esa sensación de placer y satisfacción y vibración espiritual, ese sentimiento combinado que es nuestra reacción al arte auténtico. Por ejemplo, no sentimos repugnancia ni horror ante el sangriento final de los tres mejores dramas de todos los tiempos: el ahorcamiento de Cordelia, la muerte de Hamlet, el suicidio de Otelo nos dan escalofríos, pero escalofríos que llevan en sí un elemento intenso de deleite. Ese deleite no procede de que nos alegremos de ver perecer a esas personas, sino simplemente de que gozamos con el genio abrumador de Shakespeare."