
Hoy 16 de junio de 2010 es el aniversario de la fecha en que se desarrolla el Ulises de Joyce, el mismo día de 1904. Hace casi un año terminé de leerlo por primera vez. Fue una lectura ardua a veces dura pero interesante siempre y divertida también. Pienso que es una obra que supone una divisoria de aguas: la vertiente de la literatura antes de el Ulises y la de después. Todo ha cambiado con él.
Se dice que al releer un libro un tiempo después de haberlo leído, el libro es otro porque el lector ha cambiado; se olvida que también el libro puede ser otro si ocupa un lugar distinto en el continuum que es la literatura. Y el Ulises en eso es un hito. No se lee igual a Tolstoi o al mismo Homero, antes del Ulises y después. Como homenaje personal a James Joyce merece la pena comenzar a leer o releer el libro ahora mismo. En la edición de Cátedra en que fue leído empieza así:

1
"MAJESTUOSO, el orondo Buck Mulligan llegó por el hueco de la escalera, portando un cuenco lleno de espuma sobre el que un espejo y una navaja de afeitar se cruzaban. Un batín amarillo, desatado, se ondulaba delicadamente a su espalda en el aire apacible de la mañana. Elevó el cuenco y entonó:
-Introito ad altare Dei.
Se detuvo, escudriñó la escalera oscura, sinuosa y llamó rudamente:
-¡Sube, Kinch! ¡Sube, desgraciado jesuita!
Solemnemente dio unos pasos al frente y se subió a la plataforma redonda. Dio media vuelta y bendijo gravemente tres veces la torre, la tierra circundante y las montañas que amanecían. Luego, al darse cuenta de Stephen Dedalus, se inclinó hacia él y trazó rápidas cruces en el aire, barbotando y agitando la cabeza. Stephen Dedalus, molesto y adormilado, apoyó los brazos en el remate de la escalera y miró fríamente la cara agitada barbotante que lo bendecía, equina en extensión, y el pelo claro intonso, veteado y tintado como roble pálido.
Buck Mulligan fisgó un instante debajo del espejo y luego cubrió el cuenco esmeradamente.
-¡Al cuartel! dijo severamente
Añadió con tono de predicador:
-Porque esto, Oh amadísimos, es la verdadera cristina: cuerpo y alma y sangre y clavos de Cristo. Música lenta, por favor. Cierren los ojos caballeros. Un momento. Un pequeño contratiempo con los corpúsculos blancos. Silencio, todos.
Escudriñó de soslayo las alturas y dio un largo, lento silbido de atención, luego quedó absorto unos momentos, los blancos dientes parejos resplandeciendo con centelleos de oro. Crisóstomo. Dos fuertes silbidos penetrantes contestaron en la calma.
-Gracias, amigo, exclamó animadamente. Con esto es suficiente. Corta la corriente ¿quieres?
Saltó de la plataforma y miró gravemente a su avizorador, recogiéndose alrededor de las piernas los pliegues sueltos del batín. La cara oronda sombreada y la adusta mandíbula ovalada recordaba a un prelado, protector de las artes en la edad media. Una sonrisa placentera despuntó quedamente en sus labios.
-¡Menuda farsa! dijo alborozadamente. ¡Tu absurdo nombre, griego antiguo!..."

Sólo queda continuar la lectura o relectura de la carga de profundidad literaria que dejó colocada Joyce...
James JOYCE,
ULISES, Edición de Francisco García Tortosa. Cátedra.
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