martes, 6 de marzo de 2012

ANDRÉ MAUROIS/ "Diario", 12 de mayo de 1946



André MAUROIS tuvo que abandonar la Francia ocupada por los nazis por su origen judío. A pesar del tiempo transcurrido, las páginas del diario que escribió en Estados Unidos, se mantienen actuales. Cuando escribe, 1946, está aún muy cercano el final de la Segunda Guerra Mundial. Hirosima y Nagasaki son recientes tragedias de características nunca imaginadas . Europa...casi destruida,el Holocausto, los diferentes gulags...

En este día de mayo Maurois  piensa   en la banalidad irresponsable de la naturaleza humana, relacionándolo con  hechos terribles  aún frescos, y escribe un breve cuento moral:

                                                              carpas chinas


TENEMOS BASTANTE CON SER HUMILLADOS POR LAS CARPAS


21 DE MAYO:
Estoy sorprendido por este hecho: es evidente que la especie humana atraviesa en este momento por una crisis que puede aniquilarla: está a merced de un incidente (Irán, Turquía, Trieste) que desencadenará una guerra de bombas atómicas, de cohetes, de microbios a la cual no sobrevivirá nuestra civilización. Pero los hombres piensan poco en su perjuicio. Sin duda, leen en su periódico los editoriales sobre Hirosima y Nagasaki, escuchan de cuando en cuando una conferencia; pero conceden a ello menos importancia que a la dificultad de procurarse una camisa blanca o a la escasez de la carne.Continúan riñendo  por minúsculas cuestiones de origen. Pensando en estas cosas he urdido en cuento filosófico:

"En un estanque viven millares de peces. Nadan alegremente, persiguen a los insectos, depositan sus huevos. Es una comunidad próspera. Pero el propietario decide desecar el estanque. Como es grande, la operación durará algunos meses. Comienza, y ya en las orillas quedan varados algunos peces, que sucumben. Otros no prestan al suceso gran atención. La desecación continúa y sobreviene una catástrofe ictiológica.  

Acá y allá un barbo filósofo señala el peligro; los otros escuchan, aplauden, después vuelven a sus guaridas, a  sus amores. Se prolonga la operación y se habla cada vez menos de ella en el estanque. Es un asunto manido, enojoso, desagradable...Al fin ya no queda más que un charco sin profundidad y el ingeniero que lo mide sabe que al día siguiente los últimos peces que han sobrevivido, perecerán. Pero ellos siguen riñendo, trabajando, esperando.

"-¡Tenemos bastante -dijo un gobio- con ser humillados por las carpas!"¿hicieron mejor con no quejarse?

Cené en casa de la señora R... Su hijo de catorce años, gentil y vivaz, me habla de Shakespeare:
"-Este año hemos estudiado en la escuela Julio César. No está mal, ¡pero el discurso de Marco Antonio!...¡De todos modos, señor Maurois, qué mal abogado! No tiene un solo argumento que convenza. Jamás un público americano le hubiera elegido. Sin embargo, en conjunto, me gusta bastante Julio César, ¡mientras que El mercader de Venecia! By Gosh, ¿cree usted seriamente, señor Maurois, que Shylock hubiera preferido una libra de carne a un sólido pago en dinero contante?...¿Qué se puede hacer con una libra de carne?"


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