Releer un libro o volver a ver una película. Se perciben cosas que la primera vez y puede que otras, se pasaron por alto; se encuentran algunas que ni siquiera se creía que estuvieran allí; en ocasiones debido a la complejidad de la obra, otras a los cambios que el tiempo transcurrido ha producido en el lector/espectador o por ambas razones y aun más.
Se cree recordar bien Viaggio in Italia de Roberto Rossellini y no se revisa por la dirección, ni por el guión; ni por lo innovador de su mirada cinematográfica. Ni por la manera distinta con que se adentra en los lugares más turísticos de Nápoles : el Museo Arqueológico, las laderas humeantes del Vesubio, el lugar de Cumas donde profetizaba la Sibila, Pompeya, Capri...,conducidos por alguien del lugar que lo muestra con conocimiento y respeto. Se vuelve a ver esta vez sólo por comprobar si la seducción y la buena actuación de sus protagonistas -Ingrid Bergman y George Sanders- se mantiene.
Son dos actores que magnetizan la pantalla; ella por su capacidad para proyectar belleza y luz y transmitir credibilidad; él por su elegancia y sensibilidad para expresar ironía, sarcasmo , pero también inteligencia y áspera ternura. La película es de 1954, con guión de Vitaliano Brancati y del propio Rossellini.
Continúa siendo la buena película que se esperaba . Los protagonistas no han perdido su atractivo, las imágenes son expresivas y el blanco y negro deslumbrante. El argumento se puede sinterizar de forma breve: un matrimonio inglés en crisis y a punto de separarse hace un viaje a Nápoles para vender una propiedad que han heredado.
Hacia el minuto 20 de los 90 que dura la protagonista repite ensimismada unos versos y su marido le pregunta de quién son. "De Charles Liutton", responde,un poeta que conoció hace mucho; "era sutil, rubio,alto..."; el marido pregunta si estuvo enamorada de él y añade que apenas le conoció, sólo de pasada y le recuerda teniendo que abandonar un concierto debido a las toses...Ella comenta con pesar como la víspera de viajar a Londres para casarse, sintió unas piedrecitas contra el cristal de la ventana, se asomó y era el poeta que había venido a despedirla; allí estaba en medio de la noche, temblando bajo la lluvia ....
En medio del diálogo se activa un recuerdo, una asociación, porque suena a algo ya leído, ya visto y oído que conduce hasta Los Muertos, el cuento de Dublineses .Sólo que en la narración de Joyce el recuerdo del lejano episodio es evocado cuando suena la canción La joven de Aughrim y en la película por un breve poema. Por un momento se cree que Rossellini copia simplemente, pero se recuerda que los esposos en el hotel de Nápoles están inscritos con el nombre de Joyce: "Tenemos habitaciones reservadas a nombre de Joyce" ( son Katherine y Alex Joyce) y la escena se entiende mejor como un homenaje...
Seguro que John Huston temprano conocedor y amante de la obra de Joyce, y que finaliza su propia obra con The Dead, se dio cuenta de todo la primera vez que vio la película de Rossellini en los años cincuenta.
Son dos actores que magnetizan la pantalla; ella por su capacidad para proyectar belleza y luz y transmitir credibilidad; él por su elegancia y sensibilidad para expresar ironía, sarcasmo , pero también inteligencia y áspera ternura. La película es de 1954, con guión de Vitaliano Brancati y del propio Rossellini.
Continúa siendo la buena película que se esperaba . Los protagonistas no han perdido su atractivo, las imágenes son expresivas y el blanco y negro deslumbrante. El argumento se puede sinterizar de forma breve: un matrimonio inglés en crisis y a punto de separarse hace un viaje a Nápoles para vender una propiedad que han heredado.
Hacia el minuto 20 de los 90 que dura la protagonista repite ensimismada unos versos y su marido le pregunta de quién son. "De Charles Liutton", responde,un poeta que conoció hace mucho; "era sutil, rubio,alto..."; el marido pregunta si estuvo enamorada de él y añade que apenas le conoció, sólo de pasada y le recuerda teniendo que abandonar un concierto debido a las toses...Ella comenta con pesar como la víspera de viajar a Londres para casarse, sintió unas piedrecitas contra el cristal de la ventana, se asomó y era el poeta que había venido a despedirla; allí estaba en medio de la noche, temblando bajo la lluvia ....
En medio del diálogo se activa un recuerdo, una asociación, porque suena a algo ya leído, ya visto y oído que conduce hasta Los Muertos, el cuento de Dublineses .Sólo que en la narración de Joyce el recuerdo del lejano episodio es evocado cuando suena la canción La joven de Aughrim y en la película por un breve poema. Por un momento se cree que Rossellini copia simplemente, pero se recuerda que los esposos en el hotel de Nápoles están inscritos con el nombre de Joyce: "Tenemos habitaciones reservadas a nombre de Joyce" ( son Katherine y Alex Joyce) y la escena se entiende mejor como un homenaje...
Seguro que John Huston temprano conocedor y amante de la obra de Joyce, y que finaliza su propia obra con The Dead, se dio cuenta de todo la primera vez que vio la película de Rossellini en los años cincuenta.
PD. Aunque Wikipedia diga que la película está basada en el relato Duo de Colette, esta escena concreta remite a Joyce que decía de sí mismo no tener imaginación para inventar y que sólo transformaba en literatura historias o anécdotas vividas o conocidas a través de otros (su hermano Stanislaus, por ejemplo.) La historia se la contó Nora como parte de su biografía sentimental y Joyce ya había utilizado parte de ella en uno de los poemas de Música de cámara.
Una de las obras más silenciosamente revolucionarias de la historia del cine, [...] Del ejemplo de Rossellini, los jóvenes críticos franceses de la Nouvelle Vague aprendieron a fusionar el estilo de estudio con los métodos documentales y a hacer dramas en altorrelieve con un bajo presupuesto.
—Richard Brody/ The New Yorker
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