jueves, 18 de julio de 2013

Terraza de verano 4 / densidad y literatura zen







Chuang-Tzu, de Octavio Paz es un libro minúsculo editado por Siruela. Ni siquiera llega a las cien páginas. Pero las  introducciones y comentarios  de Paz  contienen  algo  sutil y difícil  de señalar que hace a un libro especialmente valioso. Sorprende que en tan reducido espacio, quepan tantas cosas: erudición, y pensamiento, conceptos y poesía, emociones...y todo ello expresado con una  sencilla elegancia que en Paz parece innata.

En Chuang-Tzu no sólo hay historias del pensador y poeta.Caben, además, una serie de breves ensayos. de otros  autores chinos. Destaca  el que   Paz  ha titulado (una nota recuerda que el nombre lo ha puesto él): Misión de la Literatura.Al iniciarse esa parte del libro señala: 
"Los chinos sobresalen en el ensayo breve. Objetividad, mesura, ironía, desdén por el detalle concreto, amor por la abstracción, preferencia por las formas estáticas y por la simetría de las frases: tales son según los entendidos las virtudes de la prosa clásica (Época T'ang)".  
Paz recuerda que la literatura china es, entre las vivas, la más antigua del mundo y que Han-Yu, el autor de Misión de la literatura,  vivió entre los siglos viii y ix d.C


                                                         
                                                          Misión de la literatura


Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas. Los árboles y las hierbas son silenciosas; el viento las agita y resuenan. El agua está callada: el aire la mueve, y resuena; las olas mugen: algo las oprime; la cascada se precipita: le falta suelo; el lago hierve: algo lo calienta.

Son mudos los metales y las piedras, pero si algo los golpea, resuenan. Así el hombre. Si habla es que no puede contenerse; si se emociona, canta; si sufre, se lamenta. Todo lo que sale de su boca en forma de sonido se debe a una ruptura de su equilibrio

La música nos sirve para desplegar los sentimientos comprimidos en nuestro fuero interno. Escogemos los materiales que más fácilmente resuenan y con ellos fabricamos instrumentos sonoros: metal y piedra, bambú y seda, calabazas y arcilla, piel y madera. 


El cielo no procede de otro modo. También él escoge aquello que más fácilmente resuena: los pájaros en la primavera; el trueno en verano; los insectos en otoño; el viento en invierno. Una tras otra las cuatro estaciones se persiguen en una cacería que no tiene fin. Y su continuo transcurrir ¿ no es también una prueba de que el equilibrio cósmico se ha roto?

Lo mismo sucede con los hombres; el más perfecto de los sonidos humanos es la palabra; la literatura, a su vez, , es la forma más perfecta de la palabra. Y cuando el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre los hombres a aquellos que son más sensibles, y los hace resonar.





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