Quentin Metsys nació en Lovaina en 1466 aunque pronto se trasladó a Amberes donde desarrollaría su oficio de pintor. Se le considera fundador de la escuela de Amberes cuyos integrantes se proponían compaginar la tradición flamenca y las innovaciones italianas contemporáneas. Esa doble influencia se refleja en Metsys unas veces con la vuelta al estilo de los grandes maestros flamencos del pasado, -Van Eyck especialmente-,y otras por la incorporación a sus obras de hallazgos de artistas italianos de vanguardia -sobre todo Leonardo.
El cambista y su mujer, 1514, el pintor retrocede -casi cien años-, para inspirarse en Jan Van Eyck . De Van Eyck, toma:la minuciosidad de los detalles, el realismo milagroso de materias y texturas (telas ,cristal, metales, perlas, maderas..) y, -como en el retrato de Los esposos Arnolfini-, el espejo convexo que allí ampliaba el espacio incluyendo el del espectador, aquí, Metsys, a través de otro espejo convexo introduce el espacio exterior, una calle de la ciudad y un tercer personaje.
También es un anacronismo, más propio de Van Eyck y su época, el simbolismo oculto: detalles, aparentemente realistas, que disfrazan y hacen presente la religiosidad que impregnaba la vida cotidiana.
En la primera mitad del siglo XVI, Amberes era el centro europeo que dominaba el comercio del Norte con el Sur. Mercaderes y comerciantes portugueses y españoles, banqueros alemanes e italianos hacían negocios en la atareada ciudad, capital económica de Europa. Una consecuencia de ese cosmopolitismo económico era la necesidad de cambistas como el de la pintura que se encargaban de encontrar el equivalente entre las diversas monedas europeas -pesándolas y teniendo en cuenta el tipo de metal precioso (oro, plata...) de que estaban hechas.
Amberes, posteriormente sería la ciudad de Rubens; el gran artista del Barroco vivió en un palacio a la italiana que todavía se puede admirar y que cuenta tantas cosas de su éxito social y su cultura humanista. La pintura de Metsys, a pesar de las limitaciones estilísticas al utilizar un estilo anacrónico -que en cierto sentido la aproximan a un pastiche-, es una sólida fuente histórica sobre la actividad mercantil de la ciudad entonces y está llena de ingenuo encanto. Así lo debió entender Rubens a quien perteneció el cuadro hasta su muerte. Eso fue mucho antes de que esta pintura atrajera a tantos visitantes en el Louvre, su actual emplazamiento.
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