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Sandro Botticelli, Madona con niño y ángeles, 1478, 135 diámetro |
"¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko, el periodista y narrador radical, cuando acababan de conocerse- Así." Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko- tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndomelo delante dijo: " Si usted quiere mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero."Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: "Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero". V.NABOKOV/"Chéjov"
"¿Has visto alguna vez un montaje realmente hermoso de, digamos, "El jardín de los cerezos"? No me digas que sí. Nadie lo ha visto. Puede que hayas visto "montajes inspirados, montajes eficaces", pero nunca algo hermoso. Nunca una versión en la cual todos los que salen al escenario estén a la altura del talento de Chéjov, matiz por matiz, carácter por carácter."-J.D.Salinger
Letras Libres: 17 enero 2020 ***Feliz cumpleaños,Anton Chéjov
jueves, 3 de diciembre de 2020
Navidad 2020 con Joseph Brodsky Botticelli y Bach
martes, 24 de noviembre de 2020
Marianne Moore enigmática y radiante
A VECES INTERACTÚAN
No me gustan los diamantes;
mejor el brillo de "lámpara vegetal" de la esmeralda;
la discreción es deslumbrante
en ocasiones,
y algunas formas de gratitud agotan.
Poetas, no os soliviantéis;
también la "trompa torcida" del elefante "escribe",
y con un libro de tigres que estoy leyendo*
-creo que sabéis cuál-
me siento en deuda.
Se puede ser perdonado, sí, sé
que se puede , por un amor sin fin.
ARE INTERACTING
I don't like diamonds;/the emerald's "grass-lamp glow" is better;/and unobtrusiveness is dazzling,/ upon occasion./ Somhttps://elcultural.com/relatos-el-mundo-de-el-gatopardo-y-la-infancia-de-lampedusae kinds of gratitude are trying.//Poets, don't m "crooked trumpet" make a fuss;/ the elephant's "crooked trumpet" "doth write";/ and to a tiger-book I am reading*-/ I think you know de one-/ I am under obligation.//One may be pardoned, yes I know/ one may, for love undying.
Marianne Moore, Poesía completa, Lumen
martes, 13 de octubre de 2020
Hebe Uhart / Un cuento chino
Más el plus indefinible pero palpable que bordea los textos con un sutil halo poético. Todo sencillo y al tiempo extraordinario
Cuentos completos editado por Adriana Hidalgo, casi 800 páginas , cien cuentos, un verdadero festín.
CUENTO CHINO
Yo conozco bastante a los hombres porque soy prostituta en la casa de la señora Liú. Mis padres me pusieron allí de joven porque pensaron que esa debía ser una buena colocación para mí. El primer hombre que conocí cuando tenía unos dieciséis años, estaba atormentado por unos fantasmas que él creía ver en la habitación. Yo ya casi empezaba a ver grandes sombras rojas ahí dentro y tenía miedo, pero no me daba cuenta. Sólo pensaba: "De aquí me voy a escapar".Me quise escapar cuando él dormía, pero se dio cuenta y me retuvo. Era bueno y cariñoso, ya se había olvidado de imprecar a esos fantasmas y me dijo que pidiera algo de regalo. Le dije que no aceptaba ningún regalo y se sorprendió. Por fin, al verlo compungido, se lo acepté.Los regalos eran muy importantes en esa casa, y eran el tema de conversación de todos los días. Una vez un hombre muy bueno que había nos trajo un monito para que nos divirtiéramos; todas jugábamos con el monito, pero Anita, una chica que siempre lloraba, se sentó el mono en la falda y empezó a llorar. entonces la señora Liú le dijo al hombre que se lo llevara, que no lo quería ver al monito porque hacía destrozos. Pero la causa era otra; cuando la vio a Anita llorando, la retó y le dijo:
-Estando triste se pierde el 50 por ciento del valor. No hay que estar triste.
Ella velaba siempre para que no estuviéramos tristes. Cuando alguna andaba medio despeinada o como ausente, le compraba lindos vestidos y hacía una comida especial.
-Yo creí que les iba a gustar -dijo el hombre del mono, y se fue con el mono.
No bien se fue, todas se empezaron a burlar de él; lo llamaban Mono, decían que tenía el culo como los monos y, como no apareció nunca más, de vez en cuando alguna preguntaba:
¿Qué será de Mono? Después no recuerdo que alguien haya traído un animalito o una planta para alegrar la casa. Me acuerdo de uno al que todas querían; era joven, bastante lindo, charlaba y hacía chistes con todas; todas lo admiraban. Yo le tenía odio porque cuando estaba conmigo se relajaba como un gato y atendía sólo a su placer;le tenía que hacer cosquillas con una pluma, quería que le rascara la espalda y después de hacerlo yo mil masajes por todos lados, me daba una palmada y se iba.
Otro no hablaba una palabra: se desvestía y vestía en silencio.
A ese lo encontré por la calle una vez y los dos hicimos como que no nos conocíamos. Ni siquiera miró para otro lado;yo lo miré y él pasó con cara de piedra, imperturbable. Pero a él yo no le tenía rabia, no le tenía nada. Yo, no sé por qué, les contaba a algunos hombres historias de mi infancia desvalida; eran todas inventadas y cuando las contaba, yo las creía. Me parecían lo más sincero de mí misma , y era como el placer de lamer una herida. Pero mi infancia no fue desvalida; mis padres, ahora lo veo, hicieron todo lo que pudieron por mi.
Había uno que también me contaba su infancia desvalida, me decía que él también era como un chico desvalido. Y así nos pasábamos en la cama tendidos un largo rato, solos en la oscuridad y dándonos calor y compañía. Éramos como hermanos.Después había otro que me insultó. Me dijo los peores insultos de esta tierra. En la casa de la señora Liú estaba prohibido insultar y el que insultaba no entraba más. Pero yo lo perdoné porque comprendí que insultaba su propia maldición, su propia desesperación: veía la miseria de todos y no la podía superar; insultaba a la miseria y cada vez se revolcaba más en ella. Me conmovió porque se tiró a mis pies y me pidió perdón; pero me puse dura ante los insultos, creía que los insultos eran como la muerte. Pero los insultos son graves de otra manera que como la gente piensa; los insultos son como una tierra en la que hubo un terremoto alguna vez: momentáneamente se puede estar tranquilo, uno se distrae, pero siempre está la amenaza latente.
Por ese tiempo yo me había adaptado a todas las normas de la casa de la señora Liú, aceptaba los regalos, distinguía uno bueno de uno malo, tiraba distraídamente los malos y me quedaba con los buenos. Estaba más linda que antes, estaba en mi plenitud. Pero cuando quería recordar algo que me habían dicho, se me confundían las personas y las cosas. ¿Quién me había dicho que el azul me quedaba mejor que el rojo? ¿Este? No. ¿Quién dijo que los relojes se limpiaban con detergente? Y no podía recordar quién era.
Mezclaba lo que uno decía con otra cosa y así lo repetía yo a mis compañeras, a veces, diciendo algo que había escuchado como si lo hubiese dicho yo, sin darme cuanta para nada en el momento.
Pensaba que estaba perdiendo la memoria y me decía: "Dios mío que no pierda la memoria". Yo no le conté a nadie esto, ni a la señora Liú, que no advirtió nada.Me reía coomo siempre.
Un día apareció un hombre que parecía llevar un peso muy grande sobre sus espaldas, pero no me dijo qué le pasaba; yo tampoco le pregunté. Ese hombre me hacía hermosos regalos, pero yo no les daba importancia. Parecía que los regalos fuera cosas que estaban ahí puestas, que no fueran de él ni de nadie. Yo me cuidé muy bien de decirle lo hermosos que eran sus regalos, dado que él no les daba ninguna importancia a nada. Cuando me puse a pensar en eso se me notó en la cara y la señora Liú me empezó a mirar. Yo a él le dije un día:
-No quiero más regalos tuyos, quiero...
Y no sabía cómo decirle lo que quería.Él me dijo:
-¿Qué querés? Te doy lo que quieras.
Y yo quería otra cosa y no sabía lo que quería. Desalentado dijo:
-Las mujeres son así. No sé por qué no sabrán lo que quieren.
Yo no dije nada. La señora Liú lo hizo ir con otra. Fue una sola vez y no volvió más por allí. A mí no me calienta para nada que se haya ido. Si no es en esta vida, yo pienso que en la otra lo voy a encontrar.
Hebe Uhart, Cuentos completos, Adriana Hidalgo,2019
miércoles, 23 de septiembre de 2020
Anton Chéjov escribe una carta a Dimitri Grigorovich
lunes, 27 de julio de 2020
Ana María Matute: Los cuentos vagabundos
Ana María Matute (Barcelona, 1925-2014) fue una de los escritores de la posguerra española más interesantes y prometedores. Tiene una obra larga y desigual con una primera etapa sólida y brillante, Fiesta al Nordeste, Primera memoria, Los hijos muertos...,en que transforma materiales autobiográficos en prosa
de gran fuerza literaria.Tras una interrupción de casi veinte años su estilo fue derivando hacia lo fantástico-medieval, quimérico y alegórico que culmina en Olvidado rey Gudú.

Menchu Gal (Irún, Guipúzcoa, 1919-San Sebastián,2008), fauvista, expresionista, cubista, con un estilo vigoroso y poético que la convierte en una de los más interesantes pintores españoles de posguerra.
Los cuentos vagabundos
Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Ese cuento breve, lleno de sugerencias, dueño de un extraño poder que arrebata y pone alas hacia mundos donde no existen ni el suelo ni el cielo.Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Todos los niños del mundo han escuchado cuentos. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador.
He llegado a creer que solamente existen media docena de cuentos. Pero los cuentos son viajeros impenitentes. Las alas de los cuentos van más allá y más rápido de lo que lógicamente pueda creerse. Son los pueblos, las aldeas, los que reciben a los cuentos.Por la noche, suavemente, y en invierno. Son como el viento que se filtra, gimiendo, por las rendijas de las puertas. que se cuela hasta los huesos, con un estremecimiento sutil y hondo. Hay, incluso, ciertos cuentos que casi obligan a abrigarse más, a arrebujarse junto al fuego, con las manos escondidas y los ojos cerrados.Los pueblos, digo, los reciben de noche. Desde hace miles de años que llegan a través de las montañas, y duermen en la casa, en los rincones del granero, en el fuego. De paso, como peregrinos. Por eso son los viejos, desvelados y nostálgicos, quienes los cuentan.Los cuentos son renegados, vagabundos, con algo de la inconsciencia y crueldad infantil, con algo de su misterio. Hacen llorar o reír, se olvidan de donde nacieron, se adaptan a los trajes y a las costumbres de allí donde los reciben. Sí, realmente, no hay más de media docena de cuentos. Pero ¡cuántos hijos van dejando por el camino!
Mi abuela me contaba, cuando yo era pequeña, la historia de la Niña de Nieve. Esta niña de nieve, en sus labios, quedaba irremisiblemente emplazada en aquel paisaje de nuestras montañas, en una alta sierra de la vieja Castilla. Los campesinos del cuento eran para mí una pareja de labradores de tez oscura y áspera, de lacónicas palabras y mirada perdida, como yo los había visto en nuestra tierra. Un día el campesino de este cuento vio nevar. Yo veía entonces, con sus ojos, un invierno serrano ,con esqueletos negros de árboles cubiertos de humedad, con centelleo de estrellas. Veía largos caminos, montaña arriba, y aquel cielo gris, con sus largas nubes, que tenían un relieve de piedras. El hombre del cuento, que vio nevar, estaba triste porque no tenía hijos. Salió a la nieve,y, con ella ,hizo una niña. Su mujer miraba desde la ventana. Mi abuela explicaba:"No le salieron muy bien los pies. Entró en la casa y su mujer le trajo una sartén. Así, los moldearon lo mejor que pudieron". La imagen no puede ser más confusa. Sin embargo , para mí, en aquel tiempo, nada más natural. Yo veía perfectamente a la mujer, que traía una sartén, negra como el hollín. Sobre ella, la nieve de la niña resaltaba blanca y viva. Y yo seguía viendo, claramente, cómo el hombre moldeaba los pequeños pies. "La niña empezó entonces a hablar",continuaba mi abuela. Aquí se obraba el milagro del cuento. Su magia inundaba el corazón con una lluvia dulce, punzante. Y empezaba a temblar un mundo nuevo e inquieto. Era también tan natural que la niña de nieve empezase a hablar...en los labios de mi abuela, dentro del cuento y del paisaje, no podía ser de otro modo. Mi abuela decía, luego, que la niña de nieve creció hasta los siete años. Pero llegó la noche de San Juan. En el cuento, la noche de San Juan tiene un olor, una temperatura y una luz que no existen en la realidad. La noche de San Juan es una noche exclusivamente para los cuentos. En el que ahora me ocupa hubo hogueras como es de rigor. Y mi abuela me decía:"Todos los niños saltaban por encima del fuego, pero la niña de nieve tenía miedo. Al fin, tanto se burlaron de ella, que se decidió. Y entonces, ¿sabes qué es lo que le pasó a la niña de nieve?" Sí, yo lo imaginaba bien. La veía moverse blanda hasta derretirse. Desaparecía para siempre. "¿Y no apagaba el fuego?", preguntaba yo con un vago deseo.¡Ah!, pero eso mi abuela no lo sabía. Sólo sabía que los viejos campesinos lloraron mucho la pérdida de su niña.No hace mucho tiempo me enteré de que el cuento de la Niña de Nieve, que mi abuela recogiera de labios de la suya, era en realidad una antigua leyenda ucraniana. Pero ¡qué diferente, en labios de mi abuela, a como la leí! La niña de nieve atravesó montañas y ríos, calzó altas botas de fieltro, zuecos, fue descalza o con abarcas, vistió falda roja o blanca, fue rubia o de cabello negro, se adornó con monedas de oro o botones de cobre, y llegó a mí, siendo niña, con justillo negro y rodetes de trenza arrollados a los lados de la cabeza.La niña de nieve se iría luego, digo yo, como esos pájaros que buscan eternamente, en los cuentos, los fabulosos países donde brilla siempre el sol. Y allí en vez de fundirse y desaparecer, seguirá viva y helada, con otro vestido, otra lengua, convirtiéndose en agua todos los día sobre ese fuego que, bien sea en un bosque, bien en un hogar cualquiera, está encendiéndose todos los días para ella. El cuento de la niña de nieve como el cuento del hermano bueno y el hermano malo, como el del avaro y el del tercer hijo tonto, como el de la madrastra y el hada buena, viajará todos los días y a través de todas las tierras. Allí, a la aldea donde no se conocía el tren, llegó el cuento caminando. El cuento es astuto. Se filtra en el vino, en las lenguas de las viejas, en las historias de los santos. Se vuelve melodía torpe, en la garganta de un caminante que bebe en la taberna y toca la bandurria. Se esconde en las calumnias, en los cruces de caminos, en los cementerios, en la oscuridad de los pajares. El cuento se va, pero deja sus huellas. Y aun las arrastra por el camino, como van ladrando los perros tras los carros , carretera adelante. El cuento llega y se marcha por la noche, llevándose debajo de las alas la rara zozobra de los niños. A escondidas, pegándose al frío y a las cunetas, va huyendo. A veces pícaro, o inocente, o cruel. O alegre, o triste. Siempre robando una nostalgia, con su viejo corazón de vagabundo.
martes, 5 de mayo de 2020
Anton Chéjov y Marianne Moore un mismo tema
W.H.Auden cuenta cómo la primera vez que leyó poemas de Marianne Moore pensó algo parecido a "¿pero esta de qué va?" y siguió leyendo los estrafalarios versos porque le enganchó el tono de voz y poco a poco fue descubriendo que los poemas fulguraban como joyas de imaginación, visión y lenguaje y entraron a formar parte de sus preferidos. "To a chameleon" es de 1959 una etapa ya de mantenida madurez de la poeta.
TO A CHAMELEON
Hid by the august foliage and fruit of the grape-vine
twine
your anatomy
round the pruned and polished stem,
Chameleon
Fire laid upon
an emerald as long as
the Dark King'massy
one,
could not snap the spectrum up for food as you have done.A UN CAMALEÓN/ Oculto entre el augusto follaje y los frutos de la viña/ entretejes/ tu anatomía/ alrededor del mondo tallo pulido,/Camaleón./ Ni el fuego encendido/ sobre una esmeralda tan grande como/ aquella/ enorme del Rey Oscuro/podría arrebatar y devorar el espectro solar como tu has hecho.Marianne Moore, 1959
En cambio Antón Chéjov cuando escribe "El Camaleón" en 1884 tenía sólo 24 años y trataba de desaparecer firmando Chejonte. Acababa de terminar medicina y creía que ser médico era su verdadera vocación. Es verdad que desde los veinte años escribía pequeñas historias de cuya publicación y éxito dependía económicamente su familia, pero no lo consideraba nada serio y menos definitivo. Hasta que en 1886 el escritor Dimitri Grigórovich le hizo abrir los ojos mostrándole su admiración y señalándole la responsabilidad que tenía con el don que había recibido. Chéjov, prodigioso en todo. Faltan seis años para su extraordinario viaje a la isla de Sajalín y mucho menos para que con las nuevas experiencias, sumergiendose en la escritura se convierta en un maestro inigualable.
domingo, 23 de febrero de 2020
Rafael 500 años
El 6 de abril de 2020 hará 500 años que murió Rafael Sanzio a los 37 años. Había nacido en Urbino otro 6 de abril de 1483. Tuvo una vida intensa de estudio, trabajo y éxitos y dejaba una dilatada obra posible en tiempo tan corto por haber contado con el taller que formó por consejo del Papa Julio II para atender encargos tan extensos como los frescos vaticanos. Giorgio Vasari no ahorra elogios en su semblanza:
"...en Rafael resplandecían brillantemente todas las egregias virtudes del espíritu, acompañadas de tanta gracia, estudio,belleza, modestia y buenas costumbres, que habrían sido capaces de ocultar cualquier vicio y mancha, por vulgares y grandes que hubieran sido. Por lo que se puede asegurar que los que poseen las dotes de Rafael no son simples hombres, sino dioses mortales."
Y en sus obras se hace evidente además del talento una percepción privilegiada para reconocer y capturar lo más valioso en los artistas de vanguardia de su tiempo, sobre todo Leonardo y Miguel Ángel y para metabolizarlo y hacerlo fluir integrado en su propia corriente creativa.
Es considerado el artista que representa la plenitud del Alto Renacimiento y su muerte se utiliza a menudo para dar el periodo por terminado.El especialista en Arte del Renacimiento André Chastel recuerda:
"...en las obras de madurez vibra una extraordinaria capacidad de simpatía por las diversas actitudes del sentimiento humano. Y ello le permitirá ser un retratista sin igual". A. Chastel, Arte y humanismo en Florencia en la época de Lorenzo el Magnífico
Mientras Rafael -primero a las órdenes del Papa Julio II y luego a las de León X, -pintaba los frescos en las Estancias Vaticanas que glorificaban a la doctrina católica y a la Iglesia, sobre la Iglesia se hacían más evidentes cada vez las contradicciones entre la doctrina y la práctica. León X ,Giovanni de Medici, hijo de Lorenzo el Magnífico, culto, mundano y de gustos refinados y costosos, sería desencadenante inmediato del estallido de malestar que venía de lejos y llegaba a los últimos escándalos del papado que condujeron al Concilio de Constanza cien años antes. Ahora la predicación de las indulgencias para recaudar dinero y continuar las obras de San Pedro llevará finalmente a la Reforma Protestante.
El fraile agustino alemán, Lutero, denuncia en 1517 que las indulgencias porque suponen comprar el perdón, un bien espiritual con dinero . El Papa y el Emperador (para Carlos V, y para Europa las consecuencias políticas van a ser también graves ) le piden retractarse y al no hacerlo será excomulgado por Leon X en 1521.
Para la Iglesia Católica el racionalismo y el humanismo renacentistas producirán efectos irreversibles al iluminar irreconciliables contradicciones entre las conductas y la doctrina cristiana. Lutero daría una vuelta copernicana al catolicismo al establecer la Salvación por la fe, sin necesidad de las buenas obras, y el Libre Examen que le llevaría a traducir la Biblia del latín al alemán para que cualquiera pudiera interpretarla con la sola ayuda de Dios. Este hecho le convierte en un protagonista importante en la historia de la literatura alemana.
Pero Rafael para entonces, ya había sido sepultado en el Panteón de Agripa que tanto admiraba, donde cada año le recuerdan algunos entre los millones que todavía se asombran en el increíble edificio.






Autoretrato de Rafael y retrato del autor de El Cortesano, Baltasar de Castiglione, junto a varios apuntes y dibujos.
"La Transfiguración" fue una de sus últimas obras. Un gran cuadro de altar que Giorgio Vasari comenta y describe en "La Vidas" y Stendhal evoca al comienzo de su obra más autobiográfica, "La vida de Henry Brulard"

Rafael, La Transfiguración, 1518-20, ól/tela, 405 x 278 cm., Vaticano
1.-Giorgio Vasari, Las Vidas
"Para el cardenal y vicecanciller Julio de Medicis pintó una tabla de la Transfiguración de Cristo que tenía que enviar a Francia e hizo él mismo. Trabajando continuamente en ella, la concluyó a la perfección. En ella representó a Cristo transfigurado en el Monte Tabor, al pie del cual habían permanecido los once discípulos que lo esperaban.[...]
Las figuras y las cabezas , aparte de su extraordinaria belleza, presentan novedad, variedad y hermosura, de tal forma que los artistas juzgan esta obra como la más celebrada, bella y divina de todas las que hizo. Quien quiera saber cómo se debe pintar un Cristo transfigurado en la divinidad, debe contemplar esta obra, donde lo representó sobre ese monte que emerge en medio de una atmósfera translúcida con Moisés y Elías, que iluminados por la claridad del esplendor, reviven en su luz..."
Giorgio Vasari, Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos, Cátedra, (p.540)
2.-Stendhal, La vida de Henry Brulard :
CAPÍTULO I
ME ENCONTRABA esta mañana , 16 de octubre de 1832, en San Pietro in Montorio, sobre el monte Janículo de Roma. Hacía un sol magnífico. Un ligero viento apenas perceptible impulsaba algunas nubecillas blancas por encima del monte Albano. Un calor delicioso dimanaba del aire. Me sentía feliz de vivir. Distinguía con toda precisión Frascati y Castel-Gandolfo, que se hallan a cuatro leguas de aquí, la villa Aldobrandini, donde se encuentra aquel sublime fresco de Judith, pintado por Domenichino. Alcanzo a ver sin esfuerzo el muro blanco que marca las últimas reparaciones hechas por el príncipe Borghese, aquel mismo que conocí en Wagram, siendo él coronel de un regimiento de coraceros, justo el día en que mi amigo M. de Noue perdió una pierna en la batalla. Mucho más lejos, diviso la roca de Palestrina y la mansión blanca de Castel San Pietro, que antaño fuera su fortaleza. Por debajo del muro en que me apoyo, se yerguen los grandes naranjos del huerto de los capuchinos; se ven después del Tiber y el priorato de Malta, y un poco más lejos, a la derecha, el sepulcro de Cecilia Metella, San Pablo y la pirámide de Cestio. Frente a mí, descubro Santa María la Mayor y las esbeltas líneas del palacio Monte Cavallo. Ante mi vida se despliega toda la Roma antigua y moderna desde la antiquísima Via Apia, con las ruinas de sus tumbas y sus acueductos, hasta los magníficos jardines del Pincio, diseñados por los franceses.Este lugar es único en el mundo, me decía perdido en mis ensoñaciones,y, muy a pesar mío, la Roma antigua prevalecía sobre la moderna, y todos los recuerdos de Tito Livio acudían a mi en tropel. Sobre el monte Albano, a la izquierda del convento, avistaba los prados de Aníbal.
¡Qué magnífico espectáculo! Y es aquí donde la Transfiguración de Rafael fue admirada durante más de dos siglos y medio. ¡Qué diferencia con la triste galería de mármol gris donde permanece enterrada hoy día, al fondo del Vaticano! ¡Y pensar que estuvo aquí esa obra maestra durante más de doscientos cincuenta años! ¡Doscientos cincuenta años!...Ah, dentro de tres meses cumpliré yo cincuenta. ¡Cómo es posible!1783, 1793, 1803, llevo la cuenta con los dedos...y 1833, cincuenta años en total. ¡Será posible! ¡Cincuenta! Voy a cumplir los cincuenta..."
relacionado:Stendhal, La vida de Henry Brulard, Alfaguara,2004
Rafael los años de Florencia