"¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko, el periodista y narrador radical, cuando acababan de conocerse- Así." Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko- tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndomelo delante dijo: " Si usted quiere mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero."Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: "Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero". V.NABOKOV/"Chéjov"


"¿Has visto alguna vez un montaje realmente hermoso de, digamos, "El jardín de los cerezos"? No me digas que sí. Nadie lo ha visto. Puede que hayas visto "montajes inspirados, montajes eficaces", pero nunca algo hermoso. Nunca una versión en la cual todos los que salen al escenario estén a la altura del talento de Chéjov, matiz por matiz, carácter por carácter."-J.D.Salinger

Letras Libres: 17 enero 2020 ***Feliz cumpleaños,Anton Chéjov

viernes, 10 de diciembre de 2010

JUAN RULFO /leer y releer un cuento... /imagen y voz de Rulfo/ RULFO según BORGES...

         






         25 agosto. 2015.,Pedro Páramo, 60 años de una obra inagotable
         
          15 dic.2013, Últimas noticias sobre Rulfo
El el semanal de Navidad de El País, el novelista Rafael Chirbes recomienda sus libros preferidos: Uno nuevo: Limónov de Emmanuel Carrére y Dos eternos: La de Bringas, de Benito Pérez Galdós y El llano en llamas.
"El llano en llamas, de Juan Rulfo. Qué libro más bueno. Lo he leído 10 veces y cada vez es una angustia. Con esos cuentos terminas aullando de dolor" 
                                                    




   Sobre gustos hay mucho escrito pero  a veces  los juicios derivados de ellos sorprenden; césar aira en una entrevista deja  la opinión  desfavorable que le merecen los escritores que escriben poco, entre ellos Juan Rulfo , o al revés.

          P. ¿Es cierto que odia usted a Juan Rulfo porque escribió poco?
R. No, pero no me gustan los escritores que no escriben. Hay gente que necesita tener carné de escritor, porque eso les sirve para moverse socialmente, pero lamentablemente para eso necesitan escribir y eso no les gusta. Pero no tengo nada contra Rulfo, salvo considerarlo un escritor bastante mediocre, pero eso son opiniones y gustos personales que no le impongo a nadie. (César Aira en la entrevista citada; link al final)

Mientras se leía a Rulfo no parecía un escritor "bastante mediocre" . Parecía  un visionario, que bajo una superficie de aparente normalidad, escribía de lo que es real e irreal y pertenece al misterio de lo cotidiano,... expresado con prosa despojada, combinando palabras sencillas  hasta convertirlas en literatura.

   Se vuelve a la lectura de Rulfo, para comprobar si tienen fundamento los juicios de César Aira  o si por el contrario Rulfo y otros escribieron sólo lo que necesitaban escribir de forma ineludible y una vez cumplido no pudieron seguir simplemente redactando ... para sobrevivirse a sí mismos como escritores. Imaginarse que el tímido Rulfo escribiera para "moverse socialmente",como insinúa Aira,  o el misántropo Salinger, y otros...

   Se relee uno de sus primeros cuentos , Nos han dado la tierra, pero  valdría cualquier otro o Pedro Páramo completo . Como se lee con "lo que ya se sabe" incorporado, en esta narración  se impone la clave mexicana; pero tal vez por ser tan mexicano tiene también un sentido universal; desborda los límites del tiempo y del espacio: habla de esperanzas utópicas defraudadas, promesas fallidas... prepotencia de los fuertes...,manipulación, falsedad, injusticia repetida; una y otra vez la misma historia en distintos tiempos y lugares. Y escrito con un estilo que más que a ninguna influencia parece  una inmersión en lo  profundo de sí mismo, con lo que supone de soledad y concentración total, casi de enajenación.

Rulfo  era también un extraordinario fotógrafo como se ve en estas imágenes.






NOS HAN DADO LA TIERRA

DESPUÉS de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye ladrar a los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oyen ladrar los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.

Hemos venido caminado desde el amanecer.Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:
-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos detrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: "Somos cuatro". Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos; pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más este nudo que somos nosotros.
Faustino dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: "Puede que sí".
No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le reseca a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.
Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.


-¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?
Hemos vuelto a caminar, nos habíamos detenido para ver llover. No llovió. Ahora volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andado. Se me ocurre eso. De haber llovido quizá se me ocurrieran otras cosas. Con todo, yo sé que desde que yo era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.
No, el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada,a no ser unos cuantos huizaches trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a no ser eso, no hay nada.
Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo y traíamos terciada una carabina. Ahora no traemos ni siquiera la carabina.

Yo siempre he pensado que en eso de quitarnos la carabina hicieron bien. Por acá resulta peligroso andar armado. Lo matan a uno sin avisarle, viéndolo a toda hora con "la 30" amarrada a las correas. Pero los caballos son otro asunto. De venir a caballo ya hubiéramos probado el agua verde del río, y paseado nuestros estómagos por las calles del pueblo para que se les bajara la comida. Ya lo hubiéramos hecho de tener todos aquellos caballos que teníamos. Pero también nos quitaron los cabllos junto con la carabina.

Vuelvo hacia todos lados y miro el llano. Tanta y tamaña tierra para nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo unas cuantas lagartijas salen a asomar la cabeza por encima de sus agujeros, y luego que sienten la tatema del sol corren a esconderse en la sombrita de una piedra. Pero nosotros, cuando tengamos que trabajar aquí. ¿Qué heremos para enfriarnos del sol, eh? Porque a nosotros nos dieron esta costra de tepetate para que la sembráramos.
Nos dijeron:
-Del pueblo para acá es de ustedes.
Nosotros preguntamos:
-¿El Llano?
-Sí, el llano. Todo el Llano Grande.
Nosotros paramos la jeta para decir que el llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama el Llano.
Pero no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:
-No se vayan a sustar por tener tanto terreno para ustedes solos.
-Es que el llano, señor delegado...
-Son miles y miles de yuntas.
-Pero no hay agua. Ni siquiera para hace un buche hay agua.
-¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.
-Pero señor delegado, la tierra etá deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aún así es posible que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
-Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tiene que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
-Espérenos usted señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el Llano...No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho...Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos...
Pero él no nos quiso oír
Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando , muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terregal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.
Melitón dice:
-Esta es la tierra que nos han dado.
Faustino dice:
-¿Qué?
Yo no digo nada. Yo pienso: "Melitón no tiene la cabeza en su lugar. Ha de ser el calor el que lo hace hablar así. El calor que le ha traspasado el sombrero y le ha calentado la cabeza. Y si no, ¿por qué dice lo que dice? ¿Cuál tierra nos han dado, Melitón? Aquí no hay ni la tantita que necesitaría el viento para jugar a los remolinos".
Melitón vuelve a decir:
-Servirá de algo. Servirá aunque sea para correr yeguas.
-¿Cuáles yeguas? - le pregunta Esteban.


Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Ahora que habla me fijo en él. Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una gallina.
Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. Yo le pregunto:
-Oye, Teban, ¿de dónde pepenaste esa gallina?
-¡Es la mía! -dice él.
-No la traías antes. ¿Dónde la mercaste, eh?
-No la merqué, es la gallina de mi corral.
-Entonces te la trajiste de bastimento, ¡no?
-No, la traigo para cuidarla. Mi casa se quedó sola y sin nadie para que le diera de comer; por eso me la traje. Siempre que salgo lejos salgo con ella.
- Allí escondida se te va ahogar. Mejor sácala al aire.
Él se la acomoda debajo del brazo y le sopla el aire caliente de su boca. Luego dice:
-Estamos llegando al derrumbadero.

Yo ya no oigo lo que sigue diciendo Esteban. Nos hemos puesto en fila para bajar la barranca y él va mero adelante. Se ve que ha agarrado a la gallina por las patas y la zangolotea a cada rato, para no golpearle la cabeza contra las piedras.
Conforme bajamos, la tierra se hace buena. Sube polvo desde nosotros como si fuera un atajo de mulas lo que bajara por allí; pero nos gusta llenarnos de polvo. Nos gusta. Después de venir durante once horas pisando la dureza del llano, nos sentimos muy envueltos en aquella cosa que brinca sobre nosotros y sabe a tierra.
Por encima del río, sobre las copas verdes de las casuarinas, vuelan parvadas de chachalacas verdes. Eso también es lo que nos gusta.
Ahora los ladridos de los perros se oyen aquí, junto a nosotros, y es que el viento que viene del pueblo retacha en la barranca y la llena de todos sus ruidos.
Esteban ha vuelto a abrazar a su gallina cuando nos acercamos a las primeras casas. Le desata las patas para desentumecerla, y luego él y su gallina desaparecen detrás de unos tepemezquites.
-¡Por aquí arriendo yo! -nos dice Esteban.
Nosotros seguimos adelante, más adentro del pueblo.
La tierra que nos han dado está allá arriba.


En 1977, Joaquín Soler Serrano,realizador de entrevistas, ya míticas, habló/platicó con  Juan Rulfo.

elpais.entrevista con césar aira 
P. ¿Lee usted más poesía que novela?
R. Leo muchísima poesía, porque es una fuente de inspiración, de sugerencia. La poesía es como el laboratorio de la literatura, donde se prueban cosas nuevas, cosas distintas, lo arriesgado. 
"El error",páginas de la novela de cesar aira

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"Emily Dickinson creía que publicar no es parte esencial del destino de un escritor. Juan Rulfo parece compartir ese parecer. Devoto de la lectura, de la soledad y de la escritura de manuscritos, que revisaba, corregía y destruía, no publicó su primer libro -El llano en llamas, 1953- hasta casi cumplidos los cuarenta años. Un terco amigo, Efrén Hernández, le arrancó los originales y los llevó a la imprenta. Esta serie de diecinueve cuentos prefigura de algún modo la novela que lo ha hecho famoso en muchos países y en muchas lenguas. Desde el momento en que el narrador, que busca a Pedro Páramo, su padre, se cruza con un desconocido que le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Páramo, el lector ya sabe que ha entrado en un texto fantástico, cuyas indefinidas ramificaciones no le es dado prever, pero cuya gravitación ya lo atrapa. Muy diversos son los análisis que ha ensayado la crítica. Acaso el más legible y el más complejo sea el de Emir Rodríguez Monegal. La historia, la geografía, la política, la técnica de Faulkner y de ciertos escritores rusos y escandinavos, la sociología y el simbolismo, han sido interrogados con afán, pero nadie ha logrado, hasta ahora, destejer el arco iris, para usar la extraña metáfora de John Keats.
Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de la literatura."
Jorge Luis BORGES, Biblioteca personal, Alianza Editorial.


Más sobre Rulfo:
juan-rulfo-rufino-tamayo-yun-corrido_

jueves, 25 de noviembre de 2010

WALSER & REMBRANDT dialogan

.





Robert Walser nació en 1878 en Biel, Suiza y escribió libros memorables como Jakob von Gunten o Los hermanos Tanner. Su estilo es delicado, enigmático e irónico, como él mismo.Mantenía opiniones literarias a veces extravagantes como que la poesía de Rilke era para la mesita de noche de las solteronas (Paseos con Robert Walser). A los cincuenta años dejó de escribir y se recluyó, voluntariamente, en el manicomio de Herisau,donde vivió hasta que el día de Navidad de 1956  salió a pasear y no volvió. Se le encontró muerto en la nieve.

Su hermano Karl Walser fue un conocido pintor y a él también le atrajeron las artes plásticas como refleja  Ante la Pintura (Siruela, 2009), con textos en prosa y verso referidos a obras de distintos autores,  Rembrandt, Manet, Cézanne... o su propio hermano.

"Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada." -empieza Jakob von Gunten, para terminar...-"¡Bah! ahora no quiero pensar en nada más. ¿Tampoco en Dios? ¡No! Dios estará conmigo. ¿Qué necesidad tengo de pensar en Él? Dios está con los que no piensan. Adiós, pues, Instituto Benjamenta." Y mientras se cierra el libro, a pesar de cierto desasosiego, se desea empezarlo de nuevo.


Robert Walser, muerto en la nieve.


"El día de Navidad de 1956, la policía de la ciudad de Herisau, al este de Suiza, recibió una llamada: unos niños se habían tropezado con el cuerpo de un hombre muerto por congelación en un campo nevado. Cuando llegó a la escena, la policía primero tomó fotografías, luego retiró el cuerpo".

J.M. Coeetzee,Mecanismos internos



"Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él les repartió la hacienda.[...] Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad. Entonces..."(Lc.15, 11-32)
Inicio de la Parábola del Hijo Pródigo, según el Evangelio de Lucas.Una historia corta pero intensa porque habla en pocas líneas del deseo de independencia y aventura,de  dilapidación, del arrepentimiento, del amor... de la envidia que suele producir sentimientos ambiguos y a veces rencor.Como en el hijo mayor o, salvando distancias,  en la hormiga  cruel  de La cigarra y la hormiga,  que ya avisó Esopo.

A Rembrandt la historia lo conmueve y deja constancia  en el tratamiento plástico de la escena; sobre todo en los elocuentes pies y zapatos del hijo pródigo,- que tal vez inspiraran las Botas de Van Gogh-. Mientras  concentra en el rostro del padre la piedad y la compasión y en el del hermano mayor el resentimiento . Las imágenes emergen desde la oscuridad y las penumbras sutiles del fondo como apariciones hechas de expresivos plegados,  infinitas veladuras y un rojo empastado y profundo.
Rembrandt, h1669, ól/lz, 262 x 206.Ermitage, San Petersburgo.




El hijo pródigo


Fumaba, bebía y jugaba a las cartas
en el frondoso jardín de la vida.
Completamente abandonado,
y hecho una ruina
compadeció ante el rostro piadoso del padre
diciendo :"Estoy perdido".

Criadas y mozos aguzaron los oídos,
el anciano más bueno que el pan
comenzó a proferir sollozos lastimeros,
al ver hincarse de rodillas
al andrajoso retornado.

Rembrandt plasmó esta excelente
y conmovedora escena que menciono.
Lágrimas de arrebatadora belleza
se escaparon de algunos ojos.

"Ya no valgo para nada",
murmuró el harapiento,
cuando el bondadoso, con el brillo
luminoso del amor, lo alzó del suelo,
para que se recobrara.

El otro que se había quedado en casa,
siempre fiel cumplidor de su deber,
no se encuentra a gusto en el grupo
de los que oyen resonar canciones navideñas
por el reencuentro con el hijo perdido,
y le habría gustado estar
menos malhumorado, hosco, y serio.

Más ahora el malo estaba feliz entre los suyos.
¿Cómo conciliar la razón justiciera,
en la que se retorcía, miserable, la envidia
con lo recién nacido,
ese algo por el que todos lloraban de alegría?



Robert WALSER, Ante la pintura, Siruela, 2009

lunes, 11 de octubre de 2010

Fiódor M. Dostoievski, un cuento...

.
-Entre los Cuentos de  Dostoievski (1821-1881) editados por Siruela uno de  sentido autobiográfico, rememora dos etapas distantes de su vida unidas por un hilo casi invisible aunque en realidad sea un sólido cable tejido con fibras de su sentir eslavófilo: la creencia de que la necesaria regeneración de Rusia vendría de las tradiciones rusas y del pueblo ruso y no de las ideas que llegaban de Europa.

                      Alexei Savrasov: Han llegado los grajos, 1871,. ól/lz. Galería Tetryakov



En 1876, Dostoievski recuerda y escribe sobre  momentos que, separados por casi veinte años, relacionándolos adquieren su verdadero sentido.El recuerdo se activa un día de 1850. Tiene 29 años y está preso en Siberia. Es "fiesta" y en la prisión no se trabaja;relajada la disciplina los presos ,comunes, no políticos, ofrecen un espectáculo degradante de brutalidad y borracheras que le asquean.

Es el "pueblo ruso" quien muestra tanta inhumanidad. Para poder soportarlo, comprenderlo, evoca un momento de su infancia que muestra que eso que percibe no es toda la realidad; que en condiciones de menor embrutecimiento, aun en condiciones duras, -antes de la abolición de la servidumbre-,el campesino ruso puede mostrarse generoso, compasivo,e incluso ser capaz de la mayor delicadeza.

A Dostoievski le tocaron vivir momentos cruciales de la descomposición de la sociedad zarista; tras la oleada revolucionaria de 1848 que conmocionó al mundo europeo los zares habían extremado la represión contra los movimientos subversivos.El escritor fue arrestado en 1849 como parte de un grupo clandestino de ideas socialistas; su postura se había ido radicalizando hasta acercarse al grupo de Durov y Spéshenev. En la figura de Speshenev se inspirará para crear al Stavroguin de Los demonios.

En el proceso fue condenado a muerte y ya frente al pelotón de fusilamiento , se le conmutó la pena por trabajos forzados en Siberia. Este periodo  hasta 1859, es de enorme dureza y sufrimiento para él  por la agravación de la epilepsia y las estrecheces económicas.


Dostoievski muestra una agudeza en la introspección psicológica que todavía sorprende y llega a su culminación en Los hermanos Karamazov. Otro de sus rasgos de estilo supone una profunda observación "externa" que le sirve para aumentar la expresividad de los  relatos lograda con elementos constructivos con los que crea atmósferas y caracteres. Esta cualidad literaria queda reflejada en la anécdota que cuenta de él Dmitri Grigoróvich. El intelectual y escritor ruso -que reconoció tan pronto el genio de Chéjov y le animó a seguir escribiendo- también conoció a Dostoievski. Habían sido compañeros de estudios y en sus interesantes Memorias Literarias cuenta la alegría que le produjo reencontrarle .

Grigorovich que le admira le da a leer uno de sus propios trabajos:
"Al parecer quedó muy satisfecho con mis apuntes, aunque no se extendió en elogios superfluos  lo único que no le gustó fue una frase del capítulo "El público del organillero". Yo había escrito así: cuando el organillero deja de tocar, un funcionario le arroja por la ventana una moneda de cinco kopeks que cae a los pies del organillero. "¡No es así, no es así -empezó a decir Dostoievski súbitamente enojado-no puede ser así ! Decir simplemente que la moneda cayó a sus pies resulta demasiado pobre...¡Habría que añadir que la moneda cayó tintineando y rebotando por el pavimento!" Aquella observación-lo recuerdo muy bien- fue para mí una auténtica revelación [...] bastaron estas dos palabras para que comprendiese la diferencia entre una simple frase y un expresivo recurso artístico-literario".

                            Alexei Savrasov, Verano, 1860
                           Alexei Savrasov, Monasterio cerca de Novgorov, 1871





EL CAMPESINO MARÉI


"Creo que resultan muy aburridas de leer todas esas professions de foi; por ello voy a contar una anécdota, aunque en realidad no lo sea. Se trata de un recuerdo lejano que, no sé muy bien por qué, me apetecía contar precisamente aquí y ahora como conclusión de nuestro tratado sobre el pueblo. Tenía yo entonces unos nueve años...; pero será mejor que comience desde que tenía veintinueve.


Era el segundo día de Pascua. El aire era cálido, el cielo azul, el sol estaba alto, cálido, radiante, pero mi alma estaba triste. Vagaba yo por detrás de los pabellones, mirando y enumerándolos; contaba los palos de la empalizada del fuerte de la prisión y, aunque en realidad no me apetecía hacerlo, los contaba siguiendo la costumbre. Otro día de "fiesta" corría en la prisión; a los presos no se los llevaban a trabajar y había una multitud de borrachos. Blasfemias y discusiones se oían surgir de todos los rincones. Canciones vulgares y desagradables, juegos de cartas entre los petates, algún que otro preso medio muerto por alguna reyerta, a juicio de los compañeros, tapado después con zamarras hasta que despertaran y recobraran el sentido. En más de una ocasión, los cuchillos habían salido a la luz, y todo ello, en dos días de fiesta, me había martirizado hasta enfermar. Nunca pude soportar las orgías ni las borracheras populares, y en ese lugar me desagradaban aún más. Ni siquiera los jefes aparecían esos días por la prisión, ni inspeccionaban, ni requisaban el vino, como si comprendieran que, una vez al año, también a esos renegados había que dejarles expandirse, y que no hacerlo hacerlo sería peor.

Por fin, la cólera prendió en mi corazón. Me encontré con el, polaco M*tski, un preso político. Me miró con tristeza, con los ojos brillantes y los labios temblorosos. "Je hais ces brigands!", dijo a media voz, rechinando los dientes y pasando de largo. Regresé al pabellón sin reparar en que un cuarto de hora antes había salido corriendo de allí como enloquecido, cuando seis robustos hombretones se echaron todos a una a apaciguar al borracho tártaro Gazin, al que terminaron por propinarle una paliza. Le pegaron absurdamente. Con semejante paliza se podría matar a un camello. Sabían que a aquel Hércules resultaría difícil matarlo, por eso le pegaron sin reparo.

Al regresar, me percaté de que al fondo del pabellón, sobre su petate, yacía Gazín ya sin dar apenas señales de vida y casi sin sentido. Estaba tapado con su zamarra y todos pasaban a su alrededor en silencio, firmemente convencidos de que se despertaría a la mañana siguiente, "aunque de semejante paliza no era de extrañar que muriera el hombre."
                            Alexei Savrasov, 1873, Arcoiris, ól/lz

Llegué hasta mi sitio, que estaba frente a una ventana con rejas de hierro. Me tumbé boca arriba, crucé las manos debajo de la cabeza y cerré los ojos. Me gustaba estar echado de ese modo. Nadie se mete con el que está dormido, y, mientras tanto, se puede fantasear y pensar. Pero en aquel momento no pude conciliar ninguna fantasía. El corazón me palpitaba inquieto y en mis oídos sonaban las palabras de M*tski: "Je hais ces brigands!. Pero qué sentido tiene describir las impresiones, si hasta hoy día todavía sueño con aquellos instantes, y no hay sueño que me torture más. Probablemente se hayan dado cuenta de que, hasta el día de hoy, rara vez he escrito algo sobre mi vida durante la condena, porque "Las anotaciones de la casa de los muertos" las escribí hace ya quince años, donde me inventé al personaje, un delincuente que mataba a su mujer. A propósito, y para más detalle, diré que, de entonces y hasta hoy día, todavía hay mucha gente que piensa, y afirma, que fui condenado por asesinar a mi mujer.


Poco a poco me fui amodorrando y me sumí en recuerdos. Durante los cuatro años de condena recordaba constantemente todo mi pasado, y parece que a través de los recuerdos, revivía nuevamente toda mi vida anterior. Esos recuerdos venían solos, raramente los evocaba yo a mi voluntad. Comenzaban por algún punto, un rasgo, a veces impreciso, que poco a poco crecía hasta convertirse en todo un cuadro, en alguna impresión fuerte y pura. Yo analizaba esas impresiones y les aportaba nuevos rasgos a las antiguas vivencias. Pero lo más importante era que corregía lo vivido, lo corregía constantemente. Ésa era toda mi distracción.

Esta vez, por algún motivo, me vino a la memoria un instante insignificante de mi infancia, cuando tan sólo tenía diez años. Creí que aquel instante había quedado para mí completamnete olvidado. Amaba especialmente yo entonces los recuerdos de mi infancia. Recordé el mes de agosto en nuestra aldea: un día claro y seco, aunque algo fresco y con viento. El verano se estaba acabando, y pronto habría que emprender el viaje a Moscú para aburrirse durante todo el invierno con las clases de francés. Me entristecía tanto dejar la aldea...

Fui andando hasta dejar atrás el granero, bajé al barranco y subí a Losk: así llamábamos al espeso matorral situado al otro lado del barranco que llegaba hasta el mismo bosque. Me metí en la profundidad del matorral y oí que muy cerca, a unos treinta pasos, en la pradera, un muzhik estaba arando el campo en solitario.Como tenía que arar una abrupta cuesta, su yegua andaba con dificultad, y a mis oídos llegaba su voz: "¡Vamos, vamos"!. Conocía a casi todos nuestros campesinos, pero no reconocí al que está arando ahora, aunque me da igual, pues estoy completamente sumido en mis cosas. También yo estoy ocupado: arranco una rama de nogal para hostigar a las ranas. Las varas hechas con ramas de nogal son muy bonitas, pero poco sólidas si se las compara con las de abedul. También acaparan mi interés los escarabajos y los pequeños bichitos. Tengo una colección, y los hay de lo más bonito. También me gustan las pequeñas y ágiles salamandras de color rojo amarillento, con motitas negras; pero las culebras me dan miedo.
                                    Alexei Savrasov, Puertas del monasterio, 1975, ól/lz.

Además las culebras resultan más difíciles de encontrar que las salamandras. Hay pocas setas por aquí. Para ir a por setas hay que adentrarse en el bosque de abedules y me dispongo a ir allí. Nada he querido más en el mundo que el bosque con sus setas y sus frutos salvajes, sus bichos y pájaros, sus erizos y ardillas, con su, tan querido para mí, olor húmedo a hojas en descomposición. Incluso ahora cuando escribo esto, me llega el olor de nuestro bosque de abedules de la aldea. Estas impresiones quedan para toda la vida. De pronto, en medio del profundo silencio, pude oír con claridad: ¡"Que viene el lobo!". Del susto lancé un grito y salí corriendo a la pradera directamente hacia el muzhik que estaba arando.


Era nuestro muzhik Maréi. No se si existirá un nombre así, pero todos le llamaban Maréi. Era un muzhik de unos cincuenta años, robusto, muy alto y con una tupida barba de color rubio oscuro bastante encanecida. Aunque le conocía, hasta entonces casi nunca había hablado con él. Al oír mi grito detuvo la yegua. Para no caerme del impulso de la carrera, me agarré con una mano a su arado y con la otra a su manga. Entonces me miró y se percató de mi susto.

-¡Que viene el lobo! -grité ahogándome.
Él levantó la cabeza y, sin querer, miró alrededor, casi creyéndome por un instante.
-¿Dónde está el lobo?
-El grito...Alguien gritó "que viene el lobo"...susurré yo.
-¿Qué dices, qué lobo?; te lo habrá parecido. ¿Lo ves?, ¿cómo iba a haber aquí un lobo? -susurraba dándome ánimos. Temblando con todo el cuerpo, me agarré aún con más fuerza a su anguarina; debía de estar muy pálido. Él me miraba con una sonrisa preocupada, al parecer alarmado e inquieto por mí.
-¡Vaya, mira que asustarte!,¡ay,ay! -dijo-, moviendo la cabeza-. ¡Ya está hijo! ¡Ea, ya está bien pequeño!
Extendió su mano y acarició mi mejilla.
-Bueno, ya está, no temas, Cristo está contigo -pero yo no me santigüé. Las comisuras de mis labios temblaban, y, al parecer, eso le sorprendía especialmente. Extendió despacio hacia mí su dedo gordo con la uña negra manchada de tierra y rozó suavemente mis temblorosos labios.
                           Alexei Savrasov, Balsas e isbas, 1868

-Lo ves -dijo, sonriéndome con una prolongada sonrisa maternal-, ¡señor, qué es eso, ay, ay!
Finalmente comprendí que no había ningún lobo y que el grito:" que viene el lobo" fue algo que me había figurado. Por lo demás, el grito fue muy claro y preciso, pero gritos así (y no tratándose sólo de lobos) ya los había llegado yo a oír una o dos veces más; ya los conocía. (Después, al pasar la infancia, esas alucinaciones desaparecieron.)
-Bueno, me voy -dije con la mirada tímida e interrogante.
-Ve, y yo te miraré. ¡No dejaré que te coja el lobo! -añadió, sonriendo nuevamente de modo maternal-. Vamos, Cristo está contigo. Vamos, ve -me santiguó con su mano y después se santiguó él.


Eché a andar, volviéndome hacia atrás casi cada diez pasos. Mientras iba andando, Maréi permanecía inmóvil junto a su yegua, mirando como me alejaba y moviendo la cabeza cada vez que yo volvía la vista atrás. A decir verdad, me daba algo de vergüenza haberme asustado tanto delante de él, pero, hasta que remonté el barranco y llegué al primer cobertizo, todavía sentía bastante miedo al lobo. Aunque aquí el miedo desapareció por completo, y, de pronto, saliendo no sé de dónde, se me echó encima nuestro perro de corral, Volchok. Junto a Volchok me sentí más seguro y por última vez volví a mirar a Maréi. Ya no veía su cara con claridad, pero sentía que él continuaba del mismo modo sonriéndome afectuosamente y moviendo la cabeza. Yo agité la mano, y él, tras corresponderme con otra señal, arreó su yegua.
-¡Vamos, vamos! -se oyó nuevamente su voz, y la yegua tiró otra vez de su arado.
                                     Alexei Savrasov

No sé por qué me vino todo esto de golpe a la memoria con claridad y detalle extraordinarios. De pronto, me despabilé y me incorporé sentado en el petate. Me acuerdo de que todavía sentía en mi rostro la tímida sonrisa del recuerdo. Permanecí recordando un minuto más.


Al dejar a Maréi y de regreso a casa, no le conté a nadie mi "aventura". Además ,¿qué aventura era esa?. Incluso, no tardé mucho en olvidar a Maréi. Después cuando alguna vez me lo he vuelto a encontrar, nunca más volví a hablar con él, y ya no sólo acerca del lobo, sino de nada.De repente, ahora, pasados veinte años y en Siberia, recordé todo aquel encuentro con total claridad y hasta el último detalle. Será que, por sí mismo e involuntariamente, se alojó de manera imperceptible en mi alma para reaparecer súbitamente cuando tenía que ser. Recordé aquella sonrisa dulce y maternal del pobre siervo muzhik, su cruz y su movimiento de cabeza:"¡Vaya se ha asustado el pequeño!". Recordé especialmente su dedo gordo manchado de tierra, con el que despacio, y con tímida delicadeza, rozó mis temblorosos labios.


Claro que cualquiera puede animar a un niño, pero lo que surgió durante aquel encuentro solitario fue algo completamente distinto y, si yo fuera su propio hijo, él no habría podido mirarme irradiando un amor más claro, y ¿quién lo obligaba?.Él era nuestro siervo y yo, a pesar de todo, su señorito. Nadie sabría cómo me acarició y nadie lo recompensaría por ello. ¿Acaso quería tanto a los niños? Hay gente así. El encuentro tuvo lugar a solas en el campo, y puede que sólo Dios haya visto desde arriba con qué profundo e iluminado sentimiento humano y con qué delicadeza y ternura, casi femeninas, puede estar henchido el corazón de un rudo, terriblemente ignorante y siervo muzhik ruso, que no esperaba su libertad y ni siquiera se la imaginaba entonces. Díganme, ¿no era eso lo que quería decir Konstantin Aksákov cuando hablaba de la elevada formación de nuestro pueblo?


Cuando me incorporé del petate y miré alrededor, recuerdo haber sentido de repente que era capaz de mirar a esos infelices con otros ojos y que de pronto, como si fuera un milagro, todo el odio y la maldad desaparecían por completo de mi corazón. Fui andando y mirando las caras de la gente con la que me cruzaba. Porque ese afeitado y bribón muzhik, embriagado y con estigmas en el rostro, que grita su borracha y ronca canción, también podría ser aquel mismo Maréi, yo no soy quien para adentrarme en su corazón. Aquella tarde me encontré nuevamente con M*tski. ¡Infeliz! Él no podía tener recuerdo alguno de ningún Maréi y ningún otro punto de vista sobre esa gente, a excepción de "Je hais ces brigands!". Verdaderamente, ¡esos polacos han soportado entonces más que nosotros!"/



Alexei Savrasov, Vista del Kremlin desde el puente Krimsky, 1851.Galería Tretyakov.

Los paisajes de Alexei Savrasov (1830-1897), contemporáneo de Dostoievski, tienen influencias de Constable; campos, monasterios,aldeas,bosques...son interpretados con melancolía poética impregnada de misterio.Fue maestro de Isaac Levitan también paisajista y amigo íntimo de Chéjov.




El País, 16febrero2019 Vargas Llosa habla de Dostoievski




FIÓDOR M. DOSTOIEVSKI, Cuentos, edición de Bela Martinova. Siruela




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martes, 28 de septiembre de 2010

Sánchez Cotán (1560-1627) pintor de bodegones



Sánchez Cotán,Bodegón con flores. ól/lz 109 x 89.Colección David-Weil.(ampliar imágenes)

Una nueva pintura de Juan Sánchez Cotán ha vuelto  a la actualidad al pintor toledano.Se trata de una naturaleza muerta con flores, frutas y hortalizas que acaba de ser identificada como  suya. Pertenece a la familia de banqueros franceses David-Weil y es un bodegón de tema inusual en él por el predominio de las flores - posiblemente llenas del simbolismo religioso que hace de ellas  un  lenguaje referido a las cualidades o sufrimientos de Cristo y María y que se remonta a la Edad Media o más allá.

El pintor nacido en Orgaz en 1560 y muerto en Granada en 1627, se formó en Toledo con Blas del Prado, artista de fama entonces. Aunque realizó algunos retablos, destacó sobre todo por una serie de naturalezas muertas de belleza y personalidad singulares.Tardíamente, 1603, ingresó en la Cartuja del Paular, haciendo antes testamento como era usual al ingresar en una orden religiosa. En él se enumeran nueve de estas pinturas, seis de las cuales se pueden identificar con cuadros conocidos y ésta recientemente catalogada sería la séptima de la serie.
Sánchez Cotán, Bodegón con pepino, melón, repollo y membrillo, h1600. Museo de Arte de San Diego.

Sánchez Cotán, Bodegón con cardo y zanahorías,h 1600 ól/lz. Museo de Bellas artes de Granada.

Los bodegones de Sánchez Cotán le muestran como un seguidor temprano de las nuevas tendencias que se conocerán posteriormente como Barroco; al naturalismo y tenebrismo de la pintura él aporta un indecible misterio lleno de espiritualidad por la sencillez compositiva de base geométrica y la pureza con que trata los volúmenes de los objetos -a menudo humildes hortalizas y frutas- transfigurados por la luz y la inmensidad que sugiere el oscuro vacío del fondo sobre el que están pintados.


El recordado historiador del Arte, Alfonso. E. Pérez Sánchez dice de ellos: "los bodegones de Sánchez Cotán anteriores o posteriores a su profesión religiosa, son de una calidad excepcional por su desnudez, el ritmo casi musical del arabesco de sus líneas, la distribución rigurosa de las luces y las sombras..."

En el  Toledo de Sánchez Cotán  seguía   pintando el Greco,  que  hasta su muerte   en 1614 no dejó de acentuar un apasionado manierismo que añadía originalidad y un poco de escándalo a los temas religiosos.El cretense practicaba la "pintura-pintura" que había aprendido para siempre en Venecia.También San Juan de la Cruz permanecerá en la ciudad, pero en prisión,ocho meses de 1577. Víctima de la intransigencia religiosa en la cárcel toledana  compondrá parte de sus prodigiosos versos.

Como ellos, cada uno a su manera, Sánchez Cotán expresa la sensibilidad metafísica y mística, de una religiosidad depurada e intimista que convive en la España de Felipe II y Felipe III con los gestos  proselitistas, intolerantes y grandilocuentes de la Contrarreforma. Estos ascéticos bodegones parecen igualmente evocar parte del espíritu de una época en que lo religioso estaba estrechamente unido a lo cotidiano, a la vida ordinaria,y que encuentra su expresión en la frase de, la otras veces también visionaria y mística y ahora espontánea y práctica, Santa Teresa recordando que " también entre los pucheros anda Dios."

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viernes, 17 de septiembre de 2010

VARGAS LLOSA / LEER... libro versus "e-book"

En El Cultural de El Mundo de 3-9-2010, se entrevista a Mario Vargas Llosa, con motivo de su próximo libro El sueño del celta.  Vargas Llosa habla de Roger Casement, el protagonista , y también de los problemas de la independencia irlandesa, de la política genocida de la colonización del Congo y otras colonizaciones, o de si  la supremacía de la tecnología sobre los valores  ha llevado a la crisis actual. Lo que dice sobre LEER   y   los nuevos soportes de lectura se recoge en el post.
Philip Guston ,ilustraciones


Las reticencias  de Vargas Llosa al abandono del libro tradicional traen a la memoria las palabras  de Coetzee en Juventud :
"En el fondo no siente el menor respeto por ninguna versión de pensamiento que pueda materializarse en el sistema de circuitos de un ordenador.Cuanto más se mete en la informática, más le recuerda al ajedrez: un mundo pequeño y cerrado definido por reglas inventadas que atrae a chicos con cierto temperamento susceptible y los vuelve medio locos, igual que él está medio loco, para que en todo momento piensen, engañados, que están jugando cuando en realidad el juego está jugando con ellos". 
En el libro la relación entre forma y función se corresponden de manera asombrosa; es un invento perfecto,  adaptado a las necesidades intelectuales o de divertimento que es la lectura: dúctil, práctico...subrayar, anotar, ojear y hojear...;la calidez táctil...la practicidad y visualidad de su almacenamiento... 
El e-book en cierto sentido, supondría retroceder a las incomodidades de la tablilla de barro  de Sumer, maravillosa pero rígida, a la de madera o marfil de Roma..., o al rollo continuo con su verticalidad sumergida del papiro egipcio...Mientras, el libro de la temprana Edad Media, -un conjunto de hojas cosidas, simplemente-,...es irremplazable y posiblemente no sólo físicamente.

-FRAGMENTO DE LA ENTREVISTA:

"Pantalla y estupidez
Con Casement todavía en el corazón y en el aire que respira, Mario Vargas trabaja ya en un próximo ensayo que le aleje de la sensación de vacío. Se llamará La civilización del espectáculo y, aunque el título es suficientemente explícito, el escritor despliega su inmisericorde decepción contra las nuevas tecnologías, la pantalla, la tv, que según él fomentan la frivolización, la negación del pensamiento, y nos envía a una especie de vacío animado. ¿Tanto?

-Es que no quiero que esta tecnología acabe con la cultura que me ha formado a mí, que te ha formado a ti, que es la cultura del libro. Y ésa no es la cultura de la pantalla. Creo que la literatura que se hace para el libro es más compleja, más profunda que aquella que se va hacer para la pantalla. ¿Por qué la frivolidad, el amarillismo, la estupidez han copado la totalidad de las televisiones del mundo, incluso en los países más cultos? ¿Por qué? Por el medio. La manera de llegar al gran público es apuntar a lo más bajo, eso es sabido desde siempre. El medio ha dado una determinada orientación a la cultura y me temo que eso no va a cambiar ya.

"Al libro hay que defenderlo al mismo tiempo que se desarrolla toda esa cultura audiovisual, que es una realidad de nuestro tiempo y tiene aspectos muy positivos. Pero lo que se refiere a la cultura de creación, de hechos culturales, la pantalla va a frivolizar y banalizar extraordinariamente la cultura. Ya lo ha hecho, lo está haciendo, y si algo puede defendernos de ese fenómeno de la frivolización, que es el fenómeno cultural más importante de nuestro tiempo, es leer a Tolstoi, a Víctor Hugo, a Joyce, el Quijote..."

-A todos ellos los puede leer en un e-book.
-Si, yo sé, yo sé, los conozco... Sé que esos objetos están aquí, pero, en fin, vamos a proteger el libro. Yo espero que no desaparezca el libro. El humanismo ha quedo relegado al cuarto de los trastos viejos. Es una curiosidad, una especie de anacronismo en este mundo de gadgets.

-Me está usted diciendo que pantalla es casi casi sinónimo de estupidez.
-Sí, hay un tipo de estupidez contemporánea que tiene mucho que ver con la cultura audiovisual de nuestro tiempo. Es un hecho. Yo he vivido en Inglaterra cuando la tv en Inglaterra era un modelo. Sólo había dos cadenas, eran una maravilla, pero eso ya ha desaparecido. La estupidez ha entrado masivamente, apoyada además por una tecnología punta, y los programas que podemos llamar de alto nivel son mínimos, y además relegados al último rincón, para minorías excéntricas. ¿Y Francia? ¿Tú sabes cuál es el grueso del alimento televisivo para los franceses?: la estupidez.

-Sí, pero una cosa es la producción televisiva y otra muy distinta la producción editorial nueva, tecnológicamente hablando, es decir, una nueva posibilidad de leer...
-(Con ganas de zanjar el asunto) Mira, yo quiero que tú tengas razón. Yo quiero equivocarme, quiero estar en el error, pero... pienso que no. Lo que se lee en una pantalla nunca puede ser lo mismo que lo que leemos en un libro. La pantalla es el espectáculo, una forma de diversión muy respetable, siempre que exista lo otro. Pero si reemplaza a lo otro, creo que entramos de lleno en un vacío animado. Me temo que todo el pensamiento que conforma lo mejor de la creatividad humana va a desaparecer.

Degradados por la codicia -¿Dónde se ha quedado su optimismo respecto al progreso del mundo?
-En el sentido material, sí, pero lo que va a colapsar es lo otro, los valores, los principios, la cultura, la ética, que están en absoluta decadencia. Piensa en la corrupción monstruosa que está detrás de la crisis que vivimos hoy. Esa crisis no es una crisis, digamos, puramente financiera. Detrás de la conducta de los grandes banqueros, de los grandes empresarios, hay una moral degradada, profundamente depravada por la codicia. Y esa es una forma terrible de incultura . De eso hablaban todos los grandes pensadores liberales, desde Adam Smith hasta Hayek o Popper. Decían: la libertad, que es el gran instrumento del progreso, si no viene sólidamente fundada, sostenida, por una espiritualidad y una cultura rica, creativa, crítica, en constante renovación, puede llevarnos al abismo. Es exactamente lo que está ocurriendo con la cultura. El progreso moderno es un progreso tecnológico, material, pero el otro se ha degradado a unos extremos..."
.


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jueves, 9 de septiembre de 2010

" El Pan"/ José Watanabe poeta alado



Apoyándose en esta ala que pintó Durero en Nuremberg un día de 1512 y que sigue asombrando quinientos años después, José Watanabe, parece desear, con humor,  hacerse pasar por un ángel. Pero el poeta peruano -en quien confluyen la herencia genética de la mejor poesía peruana ,por parte de  madre-, y  la  japonesa, llevada hasta Perú por su padre-,  más  su personal talento, seguro que ya tiene alas propias en el Paraíso de los Poetas.
Durero,1512, Acuarela y gouache sobre vitela, 20 x 20 cm .Graphische Sammlung Albertina, Viena
                       José Watanabe (Perú, 1945-2007)




Antiguo Testamento, Libro de los Reyes 17:12 :
"Ella respondió: Vive Yahvé, tu Dios, que no me queda pan cocido; sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la aceitera. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo comeremos y luego moriremos"
La cita bíblica y la realidad circundante han inspirado a Watanabe estos versos en los que entreteje dolor, ternura, humor y misterio para crear una extraña belleza  áspera y desolada doblemente arrasadora. 


EL PAN


PERDONEN que lo diga sin pudor,

pero mi madre y yo vivíamos en un pueblo
de hambrunas.

Las carencias

nos llevaban a todos a una especie de inocencia,
a un vivir
en el centro puro de nosotros mismos.
Así es cuando ya no queda nada salvo
la postura orgullosa de mi madre
que dormía como saciada.

Cada cierto tiempo pasaban profetas

que repetían monsergas en nombre de un dios
prometedor, pero cruel.
Ninguno trajo lluvia sobre los campos yermos
ni hizo el milagro de una simple lechuga.

Una tarde se asomó a nuestra puerta

un extranjero de mirada llameante, otro agorero,
pero no supimos quién ardía en él, si su dios
o su demonio.
Dijo llamarse Elías y tenía gran hambre como nosotros.
Se quedó mirando a mi madre
que en la artesa mezclaba un puñado de harina Santa Rosa
con una cucharada de manteca sin nombre.

Estoy haciendo un pan para mi hijo y yo. Lo comeremos

y después, con la dignidad de los pobres satisfechos,
nos moriremos de hambre, dijo mi madre

en Reyes V 17:12


José Watanabe; La piedra alada, Pre-Textos
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lunes, 6 de septiembre de 2010

Chartres:piedra, cristal y luz/Edith Wharton


Una catedral gótica es una estructura ligera de piedra y cristal. Las catedrales medievales siguen impresionando por su belleza pero también por sus dimensiones. Fueron obras de la ciudad entera y participaban en su construcción todos los gremios. 
La catedral era la iglesia de la ciudad, la sede  del obispo, y guardaba como tesoros preciosos venerables reliquias. La de Chartres -una de las más hermosas de todas, guardaba como reliquia la camisa con que la Virgen dio a luz al Niño, que milagrosamente salió indemne del incendio pavoroso que arrasó la ciudad en 1194. 
Para reconstruir la iglesia románica practicante destruida llegaron donativos de toda la Cristiandad . La nueva construcción se proyectó a mayor escala y en  el estilo de vanguardia : el Gótico. La afluencia de peregrinos multiplicó  la riqueza de la ciudad al potenciar la actividad artesanal y comercial y en Chartres se celebraban cuatro ferias anuales, en las festividades más importantes de la Virgen. Eran ferias internacionales a las que acudían gentes  de toda Europa y enriquecían a la ciudad y a la naciente burguesía.
Si en la  Antigüedad impresionaban las pirámides egipcias y obras semejantes como construcciones sobrehumanas, hechas a escala de los dioses, durante la Edad Media debió sobrecoger la mole enorme de la catedral,  rodeada de callejuelas cercanas y de un caserío minúsculo. 
La catedral se elevaba desafiando la gravedad casi hasta el cielo y eso también era elocuente: hablaba de la inmensidad de Dios y del poder de su Iglesia. 

En Francia combatiente, Edith Wharton, a punto de comenzar la Primera Guerra Mundial,  describe con afinada percepción la impactante y sugerente belleza  de las vidrieras góticas de la Catedral de Chartres.

[el 1 de agosto Austria-Hungría declararía la guerra a Rusia, sería el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el texto se refiere a dos días antes.]

30 de julio de 1914


"El cielo estuvo todo el día cubierto de nubes que amenazaban tormenta, pero cuando llegamos a Chartres, a eso de las cuatro, las nubes se habían desplazado hacia el horizonte y la ciudad se mostraba tan bañada de la luz del sol que entrar en la catedral fue como adentrarse en la densa oscuridad de una iglesia española. En un primer momento los detalles resultaron imperceptibles. Nos hallábamos en medio de una noche oscura. Pero luego, a medida que las sombras fueron diluyéndose de manera gradual, agazapándose entre los pilares, la bóveda y las nervaduras, se abrieron paso, rotundas, las vidrieras y sus grandiosas cascadas de color. Enmarcadas por una profunda oscuridad, pero sumidas en el resplandor de un radiante sol de mediados de verano, aquellas familiares ventanas parecían singularmente remotas y, al tiempo, inmensamente vívidas. Tan pronto ampliaban sus límites semejando estanques de contornos oscuros aunque salpicados de los brillos del atardecer, como centelleaban mostrándose amenazantes cual escudo de un ángel guerrero. Unas eran cataratas de zafiros, otras rosas que se derramaban de la túnica de los santos; unas eran fabulosas bandejas talladas sobre las que se esparcían vestiduras celestiales, otras velas de galeones con destino a las islas de la Púrpura. Y, en el muro occidental, las dispersas llamas procedentes del rosetón que pendía como una constelación en la noche africana. Cuando el espectador retiraba los ojos de tan armoniosas y etéreas formas, las oscuras masas de mampostería que se ubicaban bajo ellas -veladas y envueltas todas ellas en una neblina azuzada por las humildes luces del altar- parecían simbolizar la vida sobre la tierra, con sus sombras, sus incómodas distancias y sus pequeñas islas de ilusión. Todo lo que una gran catedral puede llegar a infundir sobre el alma, toda la riqueza de detalles que puede fusionar en una gran manifestación de fuerza y belleza...Todo eso nos lo ofrecía la catedral de Chartres en aquella hora perfecta".Edith Wharton

Cegados por la luz dorada de la tarde Edith Wharton y sus amigos entran en la Catedral; al principio, deslumbrados, -la oscuridad le recuerde una iglesia española-, pero en seguida surge el milagro de los fulgores de cataratas de color de las vidrieras; la luz filtrada por cristales ensamblados con plomo forman un mosaico de transparencias coloreadas y refulgen como piedras preciosas desde los miles de metros cuadrados,(2000?) de ventanales y rosetones.... 
La luz; capturarla, fue el objetivo que perseguía el Abad Suger h.1140 cuando inventó una forma arquitectónica ,que llamarían Gótico posteriormente, para rehacer la cabecera de la iglesia de su abadía; porque el arco apuntado, la bóveda de crucería y los arbotantes, por sí solos no formaron un sistema hasta que Suger, Abad de Saint Denis, necesitó pensar una forma para encerrar su idea mística: la luz, el más inmaterial de los cuerpos creados, que a través del neoplatonismo cristiano había llagado a ser el símbolo de la divinidad y su representación.