"¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko, el periodista y narrador radical, cuando acababan de conocerse- Así." Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko- tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndomelo delante dijo: " Si usted quiere mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero."Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: "Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero". V.NABOKOV/"Chéjov"


"¿Has visto alguna vez un montaje realmente hermoso de, digamos, "El jardín de los cerezos"? No me digas que sí. Nadie lo ha visto. Puede que hayas visto "montajes inspirados, montajes eficaces", pero nunca algo hermoso. Nunca una versión en la cual todos los que salen al escenario estén a la altura del talento de Chéjov, matiz por matiz, carácter por carácter."-J.D.Salinger

Letras Libres: 17 enero 2020 ***Feliz cumpleaños,Anton Chéjov

lunes, 13 de noviembre de 2017

André Maurois y Shakespeare en 1944







                                    Hermanos Limbourg, El mes de junio. (ampliar)
El edificio religioso, -con pináculos y rosetón gótico,a la derecha-, parece la Sainte Chapelle construida en el  s.XIII. Si fuera, la escena de siega sucedería a en pleno París,la corriente de agua sería el  Sena y los campos segados la zona  del  actual Barrio Latino.                            
En 1946, -un año después de terminada la Segunda Guerra Mundial-, el escritor André Maurois, seudónimo de Emile Herzog de origen judío, estaba  a punto de terminar su exilio en EE.UU. Había tenido que abandonar Francia, su país,  tras la ocupación  nazi. Es un día de junio, está  en Nueva York ha ido al cine y escribe sobre la película  en un  Diario que ha ido llenando de pensamiento y afinadas percepciones  y que con el paso del tiempo no ha perdido interés. Acaba de ver Enrique V película inglesa basada en la obra de Shakespeare y hace de ella un comentario breve y ajustado.
Enrique V, parece haber sido un encargo directo de Churchill a Laurence Olivier que la dirige y protagoniza. Rodarla ha supuesto un enorme esfuerzo económico,  el metal es escaso y muy caro  y las cotas de malla serán de lana gris;  pero Inglaterra está en el cuarto año de guerra, las cosas no van bien,los inviernos han sido fríos, la comida poca...la historia de una batalla victoriosa y heroica como la de Azincourt -con apenas unos retoques oportunos-, elevará la moral, eso parece pensar sir Winston... Se rodó en Irlanda y los extras fueron soldados irlandeses.Para aumentar la expectación Laurence Olivier tuvo que  firmar  que no rodaría otra película  en 18 meses y se le pagó una buena suma por ello.
Se realiza una  adaptación en color, con   actores, reconocidos; los decorados están  basados en  miniaturas medievales de belleza incomparable, -las que realizaron los hermanos Limbourg para el duque de Berry-que señala Maurois- y  que a pesar de su acentuada estilización  aportan un toque de  época auténtico  ya que son contemporáneas a los hechos  históricos narrados, la primera mitad del s.XV. 
                                     
La película fue estrenada en Londres el 12 de julio de 1944 en plena batalla de Normandía, según unas informaciones, en otras, el 22 noviembre del mismo año.
                                      Maurois en el despacho delante de una  fotografía de  Balzac


20 DE JUNIO.- Vi anoche la película Enrique V. No he conocido en la pantalla nada más bello. Es una obra de arte inolvidable, indiscutible, no sólo por el genio de Shakespeare, sino por el director de escena. ¿Qué ha añadido a eso Laurence Olivier? Por de pronto, los alicientes escénicos, la presentación, el movimiento. Penetramos en el Londres de Shakespeare, descubrimos el teatro del Globo, erramos por el parterre entre bastidores. Por lenta y hábil transición, el film pasa de una representación dada, bajo la lluvia del escenario del Globo al plano histórico. Vivimos la obra de Shakespeare. Al fin, de nuevo estamos en el teatro, salimos de él y el film se encuentra entre dos visiones de Londres. Composición sencilla, clara y noble.

Segunda idea: los decorados estilizados hacen pensar en las tapicerías de Mille Fleurs, de Cluny, y sobre todo en las iluminaciones de las Grandes Horas del duque de Berry. La floresta de picas, los rostros rubicundos y apretados de los arqueros, evocan con tanta precisión las imágenes de libro, que causa asombro ver en movimiento personajes que parecen pintados. Los colores son de brillante vivacidad. La perfección de los fondos [decorados] duplica la del texto.

Tercera idea: ciertos largos monólogos de Shakespeare (el de Enrique V recorriendo su campo durante la noche, la víspera de la batalla de Azincourt) están tomados en la pantalla bajo la forma de discurso interior. Se oye una voz lejana , pero los labios del actor permanecen cerrados; no se expresa más que con los ojos. Laurence Olivier está admirable en esta escena. Por otra parte el efecto se logra enseguida  y no es necesario repetirle.

Hollywood sería, sin profundas transformaciones, incapaz de semejante resultado. Falta allí el espíritu histórico, el respeto a los hechos y a los textos, el respeto del artista que allí se ve sometido al técnico y al empresario.

Simone me dice que Enrique V está actualmente prohibido en Francia por temor a que ciertas réplicas excesivamente duras ¡envenenen las relaciones franco-británicas! Sin embargo, se trata de Azincourt, batalla de cuatro siglos de antigüedad. La herida debiera estar cicatrizada.¡Pero quién sabe! ¡Los pueblos tienen tan larga memoria!...Simone ha oído decir a alguien:
-"¡Enrique V ! ¡Imposible! Es un film de propaganda realista, sobre el conde de Chambord." 

https://www.youtube.com/watch?v=SGnLKGOlldU&t=2317s
Hubiera sido mejor  en versión original subtitulada, una copia menos deteriorada, pero...bastante mágico es  poder atisbar, al menos,  lo que escribe Maurois. También  la traducción del texto es mejorable...pero la edición es antigua,  una de las primeras que se hizo de  Diario (Estados Unidos 1946) en español para Colección Austral

jueves, 12 de octubre de 2017

Elizabeth Bishop poeta en prosa



                                                
                                                Wesley_Wehr, paleontólogo y artista 

NOTA PARA UNA EXPOSICIÓN DE WESLEY WEHR



"He visto al señor Wehr abrir su maltrecho maletín (con la cremallera rota) sobre la mesa de una cafetería llena de gente y de humo y vender sus últimas pinturas, que lleva envueltas muy cuidadosamente en plástico, antes de enmarcarse, como una baraja de cartas para hacer magia. La gente que había sentada en su mesa se quedó en silencio mirando esas pequeñas y hermosas imágenes, cargadas de espacio y de frío: la frialdad de la costa de noreste del Pacífico en invierno, su frialdad distinta en verano. Tanto espacio, tanto aire, tantas distancias y tanta soledad en esas tarjetitas planas. Una casi podría divisar la luna detrás de las nubes, pero no; la nieve se había derretido en las colinas más bajas casi hasta mostrar la hierba marchita del año anterior; la línea blanca de las olas era visible, tranquila, a kilómetros de distancia. Entonces el señor Wehr nos escamoteó aquel espacio, aquel silencio,aquella paz e intimidad y lo guardó todo de nuevo en su maletín. Una vez contó que le gustaría llevar toda una exposición en los bolsillos.


Es un gran alivio encontrarse con una obra de arte de pequeño tamaño en estos tiempos. Los chinos desenrollaban muy lentamente sus preciosos pergaminos para mostrarles sus obras a sus amigos; los persas se pasaban sus miniaturas de mano en mano; muchas de las obras de Klee o de Bissier son del tamaño de una mano. ¿Por qué en nuestro país, que tiene tanta tendencia a lo gigante, no se iban a poder producir al menos algunas obras de arte pequeñas, algunos poemas cortos, algunas piezas musicales breves (el señor Wehr fue primero compositor y creo detectar la influencia de Webern en su pintura), algunas cosas íntimas, delicadas y que hablan en voz baja en este mundo enorme y deslumbrante? Pero a pesar de su tamaño, nadie podría decir que estas obras son "menores".

El señor Wehr trabaja de noche, según me han dicho, con sus ceras y pigmentos, mientras su gato juega con los crayones haciéndolos rodar por el suelo. Pero su observación de la naturaleza siempre es precisa; las playas, las noches de luna llena, son así. Algunas obras pueden recordar a las ágatas, a la forma llamada "[ilegible]"; el señor Wehr también es coleccionista de ágatas, de toda clase de piedras, guijarros, joyas semipreciosas, almejas fosilizadas con ópalos adheridas a ellas, trozos de ámbar, conchas, ejemplos de letras escritas a mano, firmas ilegibles; todas estas cosas son capaces de abrumarnos de vez en cuando transmitiéndonos una escalofriante percepción del tiempo y del espacio.

En una ocasión me contó que Rothko lo había influido, a lo cual yo le contesté:
-Sí, pero un Rothko susurrado.
¿Quién no tiene una sensación de liberación, de paz y tranquilidad, al contemplar estos pequeños fragmentos de nuestro vasto y antiguo mundo que se puede sostener en la palma de la mano?"

Resultado de imagen de elizabeth bishop prosa vaso roto Elizabeth Bishop, Prosa, Vaso Roto Ediciones, traducción Mariano Peyrou


lunes, 26 de junio de 2017

Tobias Wolff / nieve y música de jazz




Tobias Wolff sorprende cada vez.Es un narrador nato capaz de interesar desde las primeras líneas y mantener la emoción/tensión del relato más allá del final. 
Hace magia dosificando  con sabiduría, imaginación,pensamiento,sutileza psicológica, lirismo, humor...y ritmo   
Aparte de excelentes novelas como "Vieja escuela","En la corte del Faraón","Vida de este chico"..., en sus numerosos relatos  hay varios que podrían entrar en el ranking imaginario de " el mejor cuento del mundo". 
Milton Avery.


POLVO

Justo antes de Navidad mi padre me llevó a esquiar a Mount Baker. Tuvo que luchar para conseguir que le acompañara pues mi madre todavía estaba enfadada con él por colarme a un club nocturno durante su última visita, para ver a Thelonious Monk.
Él no se rindió. Prometió, con la mano en el corazón, que cuidaría de mí y me traería a casa para la cena de Nochebuena, y ella se ablandó. Pero cuando dejábamos el albergue esa mañana empezó a nevar, y él percibió en aquella nieve alguna rara cualidad que hacía necesario que esquiáramos por última vez.Esquiamos varias veces por última vez. Él era indiferente a mis quejas. La nieve se arremolinaba a nuestro alrededor en fuertes rachas cegadoras que silbaban como arena, y todavía esquiábamos. Cuando el telesilla nos llevaba una vez más a la cima, mi padre miró su reloj y dijo:-¡No puede ser! Esta vez tendrá que ser rápido.Para entonces ya no se veía la pista. Era inútil intentarlo. Me mantuve pegado a él e hice lo que él hizo y de algún modo llegué abajo sin despeñarme por un barranco. Devolvimos nuestros esquíes y mi padre puso cadenas al Austin-Healey mientras yo daba saltos de un pie a otro, me golpeaba los guantes uno contra otro y tenía ganas de estar en casa. Lo veía todo. El mantel verde, los platos con el adorno de acebo, las velas rojas esperando a que las encendieran.Pasamos delante de una cafetería cuando nos íbamos.-¿Quieres una sopa? -preguntó mi padre. Negué con la cabeza-.Anímate -dijo él-.Te llevaré. ¿De acuerdo, jefe? 
Se suponía que yo debía responder."De acuerdo, jefe",pero no dije nada.
Un guardia nos hizo seña de que paráramos al salir de la estación de esquí, donde una barrera bloqueaba la carretera. Se acercó a nuestro coche y se inclinó hacia la ventanilla de mi padre, con la cara muy pálida por el frío, copos de nieve colgándole de la cejas y del borde de piel de su chaquetón y gorra.
-No me diga...-empezó mi padre.-El guardia le dijo. La carretera estaba cerrada. Podría ser que la limpiaran, y podría ser que no. La tormenta había pillado a todo el mundo por sorpresa. Difícil que la gente se pusiera a ello. Nochebuena. Qué se puede hacer. Mi padre dijo: 
-Mire. Estamos hablando de unos doce o trece centímetros. He pasado con este coche por situaciones peores. -El guardia se estiró. No se le veía la cara, pero le podía oír. -La carretera está cerrada.Mi padre permaneció sentado con las dos manos en el volante, acariciándolo con los pulgares. Miró la barrera durante largo rato. Parecía que estaba tratando de hacerse a la idea. Luego dio las gracias al guardia y, haciendo una extraña y remilgada demostración de prudencia, hizo girar el coche. 
-Tu madre nunca me perdonará esto -dijo.-Deberíamos habernos ido esta mañana -dije yo-.Jefe. 
No volvió a hablar conmigo hasta que estuvimos en una mesa de la cafetería, esperando a nuestras hamburguesas.-No me lo perdonará -dijo él-¿Entiendes? Nunca. 
-Supongo -dije yo, aunque no se necesitaba suponer nada. Ella no le perdonaría.- No puedo dejar que pase esto -se inclinó hacia mí-. Te diré lo que quiero. Quiero que volvamos a estar juntos ¿Es lo que quieres tú? -Sí señor. Hizo como que me pegaba con los nudillos en la barbilla. -Es todo lo que necesitaba oír. 
Cuando terminamos de comer fue al teléfono público del fondo de la cafetería , y luego se volvió a reunir conmigo en la mesa. Imaginé que había llamado a mi madre, pero no me informó de ello. Dio sorbos a su café y miró fijamente por la ventana la carretera desierta. -Vamos, vamos -dijo, aunque no a mí. Un poco después lo repitió. Cuando pasó el coche del guardia con las luces destellando, se levantó y dejó algo de dinero encima de la cuenta. Muy bien. Vámonos. [en español en el original] 
El viento había parado. La nieve caía vertical, ahora más lenta y ligera. Nos alejamos de la estación de esquí, justo hasta la barrera. 
-Quítala -me dijo mi padre. Cuando le miré, añadió-: ¿A qué estás esperando? -me bajé y empujé la barrera a un lado, luego la volví a poner después de que hubiera pasado. Me abrió la puerta-. Ahora eres cómplice -dijo-. Caeremos juntos -metió la marcha y me lanzó una ojeada-.Es broma, hijo. 
Durante el primer largo trecho yo miraba hacia atrás, para ver si el guardia nos seguía. La barrera desapareció.Luego no había más que nieve: nieve en la carretera, nieve soltada por las cadenas, nieve en los árboles, nieve en el cielo, y nuestras huellas en la nieve. Entonces miré al frente y me llevé un susto. No había huellas por delante de nosotros. Mi padre conducía sobre nieve virgen entre dos hileras de árboles. Iba tarareando "Stars Fell on Alabama". Noté que la nieve se rozaba contra el suelo del coche, bajo mis pies. Para evitar que las manos me temblaran, las metí entre las rodillas.


Mi padre gruñó pensativamente y dijo: 
-Nunca trates de hacer esto tú. -No lo haré.-Es lo que dices ahora, pero un día sacarás el carnet y entonces creerás que lo puedes hacer todo. No podrás hacer esto. Se necesita, no sé...cierto instinto. 
-Puede que lo tenga. -No lo tienes. Tienes tus puntos fuertes, claro, sólo que no éste.Lo menciono simplemente porque no quiero que te hagas la idea de que es algo que puede hacer cualquiera. Yo soy un conductor muy bueno. Eso no es una virtud ¿vale?. Sólo es lago que pasa, y deberías ser consciente de ello. Claro que hay que reconocerle el mérito a este viejo cacharro. No hay muchos coches con los que yo intentaría esto.¡Escucha! 
Escuché. Oí el chasquido de las cadenas, el ronroneo del motor. Ronroneaba de verdad. El cacharro era casi nuevo. Mi padre no podía permitírselo, y siempre prometía que lo iba a vender, pero allí estaba.-¿A dónde crees que fue el policía? -pregunté. 
-¿Estás bastante caliente? Estiró la mano y subió la calefacción. Luego apagó los limpiaparabrisas. No los necesitábamos. Las nubes se habían despejado. Unos escasos copos como plumas se movían delante y los apartábamos al pasar. Dejamos los árboles y entramos en una amplia zona de nieve que se extendía al mismo nivel durante un rato y luego bajaba bruscamente. Habían puesto a intervalos unos postes naranjas en dos líneas paralelas y mi padre se guiaba por ellos, aunque estaban lo bastante separados para que dudara mucho por dónde seguía exactamente la carretera. Mi padre volvió a tararear, improvisando pequeñas variaciones sobre la melodía. 
-Vale, entonces, ¿cuáles son mis puntos fuertes?-No hagas que empiece -respondió él-. Llevaría el día entero. -Bueno, pues dime uno. 
-Fácil.Siempre eres previsor. Cierto. Yo siempre era previsor. Era un chico que guardaba la ropa en perchas numeradas para asegurar una rotación adecuada. Molestaba a mis profesores para que dieran los deberes que había que hacer en casa por adelantado para así poder planificarme. Era previsor, y por eso sabía que habría otros guardias esperándonos al final del trayecto, si llegábamos allí. Lo que no sabía es que mi padre les rogaría y convencería para que nos dejaran pasar -no cantó un villancico, pero casi-, y llegaría a casa para la cena, ganado un poco más de tiempo antes de que mi madre  decidiera romper definitivamente. Sabía que nos atraparían;estaba resignado a ello. Y tal vez por ese motivo dejé de estar deprimido y empecé a pasarlo bien. 
¿Por qué no? Aquello era algo que merecía recordarse. Como ir en una lancha rápida, sólo que mejor.Uno no puede bajar en una lancha una cuesta. Y era toda nuestra. Y seguía y seguía: los árboles cargados de nieve, la intacta superficie de nieve, los repentinos panoramas blancos. Aquí y allá veía señales de la carretera: cunetas, cercas, postes, aunque no tantos como para que yo hubiera encontrado el camino. Pero entonces no tenía que encontrarlo. Conducía mi padre. Mi padre a los cuarenta y ocho años, con arrugas, amable, sin nada de honor, con la cara encendida de seguridad. Era un gran conductor. Todo persuasión, nada de forzar las cosas. Qué sutileza al volante, qué tacto con los pedales. Confiaba en él de verdad. Y lo mejor aún no había llegado: curvas en zigzag muy cerradas imposibles de describir. A no ser diciendo esto: si no has conducido sobre nieve en polvo, no has conducido.

Tobias Wolff,Aquí empieza nuestra historia,Alfaguara,2009

viernes, 7 de abril de 2017

Sir Howard Hodgkin pintor


                                                  

Howard Hodgkin ha muerto recientemente en Londres donde había nacido en 1932. Era uno de los grandes artistas contemporáneos ingleses, junto a Francis Bacon,David Hockney, R.B.Kitaj, Leon Kossoff, Frank Auerbach...y  para algunos el mejor de ellos. 
                                     
En su familia había destacadas personalidades del mundo de   las ciencias, las letras y las artes: Thomas Hodgkin, los Huxley o Roger Fry, el crítico de arte especialista en pintura francesa que en 1910 utilizó por primera vez el término posimpresionismo para la pintura de Cézanne, Gauguin y Van Gogh... 
En 1940 ante la amenaza de Hitler  junto con  su madre   y su hermana se trasladaron a Nueva York y permanecieron en EE.UU hasta 1948. De nuevo en Inglaterra un familiar rico le pagó los estudios en  el exclusivo Eton, pero Hodgkin decidió abandonarlos para más tarde entrar en una escuela de arte. En 1952 hizo su primera exposición e inició sus viajes a la India.
              Howard Hodgkin, Cena en el Palazzo Albrizzi,1984 ól/tabla,117x117 cm




                                   

La pintura de Hodgkin enlaza  con la tradición francesa  de Degas, Bonnard, Vuillard, Matisse...y está influenciada por el color  de la India que visitó muchas veces y  cuyas miniaturas coleccionaba.
Fue evolucionando a partir de los  años cuarenta, desde una pintura figurativa aunque poco naturalista, con figuras y objetos de perfiles negros marcados como los emplomados de las vidrieras medievales, hasta que -pasando por las influencias del expresionismo abstracto estadounidense y por elementos del pop -tan temprano en Londres- llegó en los años setenta  a un estilo definitivo de abstracción con intenso colorido y alusiones figurativas para expresar  la visión interior de percepciones,emociones,  recuerdos...
En tiempos  en que lo vanguardista son las tendencias conceptuales, Hodgkin muestra su inconformismo, una vez más,  -también lo hizo en la vida privada declarando una homosexualidad tardía, rompiendo con un matrimonio de más de veinte años y dos hijos-, y se decanta por la pintura-pintura, intimista en  pequeño formato, que pudo parecer solo decorativa pero en la que los críticos valoran un hondo significado plástico y poético.En 1984 representó a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia y en 1985 recibió el prestigioso premio Turner.  
Dice de sí mismo que es un pintor figurativo pero no de las apariencias , que lo que representa son emociones. Y de él se ha dicho que pinta situaciones emocionales como Cézanne pintaba manzanas.   
                     
Abandonó el lienzo por la madera como soporte y a diferencia de sus contemporáneos respecto al acrílico se mantuvo fiel al óleo mostrando un gran dominio de la técnica de veladuras, transparencias y  empastes  cargados de materia saturada y luz haciendo destellar los colores como joyas en un espacio plano. 
Practica un intimismo que rechaza lo retórico y  lo grandioso porque cree que los temas pueden encontrarse en lo ordinario, en la vida cotidiana, que no tienen que plantear siempre dilemas políticos o morales.  
El resultado es una pintura abstracta salpicada de datos figurativos transformados, "representaciones de situaciones emocionales"puntualizaba el pintor y que analiza con precisión en El impacto de lo nuevo,Robert Hughes centrándose en la pintura En la bahía de Nápoles:
                       
                                            "En la bahía de Nápoles" , 1980-82, 
"se presenta como una suave colmena de manchas de colores que florecen y titilan en hileras, sobre un suelo oscuro. ¿ventanas iluminadas? ¿Guirnaldas de luces de los restaurantes? ¿El panorama desde una terraza? Entonces van apareciendo cosas más específicas: una vertical rosa, una mancha que se convierte en una pared estucada; un manchón de cobalto en el centro, donde estaría el punto de fuga si existiera alguna perspectiva, se resuelve como un atisbo del mar; la S de pintura verde cremosa que ilumina todo el cuadro con su resplandor contradictorio, y choca contra el más tentativo y modulado salpicado del resto de la superficie, es la estela de una lancha rápida, dejando su rastro fosforescente en el agua nocturna."
               Resultado de imagen de dibujo del pintor  Hodgkin            
                                                         El estilo   puede resultar engañoso pero Hodgkin no improvisa, no tiene nada de naif, "se crio entre bibliotecas y jardines", recuerda Hughes, que alude a la formación y complejidad que hacen de él un artista sumamente refinado. Añade que si sus superficies pueden parecer torpes es sólo algo buscado y alaba el inmenso talento para el color, una de sus señas de identidad, al que dota de resplandor y suntuosidad y con el que desborda a menudo los marcos...

22febrero2019,  en "Con los ojos bien abiertos",Anagrama, de Julian Barnes  amigo de Hodgkin durante décadas y admirador de su pintura:
"Las obras de H.H. no son narrativas. En su mayor parte son recuerdos. Pero no se trata de una emoción que se recuerda desde la tranquilidad. Más bien es una emoción que se recuerda desde la intensidad. En ese sentido sus cuadros son operísticos"

El Cultural, 19octubre2006,Howard Hodgkin exposición



sábado, 24 de diciembre de 2016

Chéjov / Un Cuento de Navidad



Cuentos completos -publicados por Páginas de Espuma-, contiene en cuatro tomos  toda la narrativa de Chéjov:  600 cuentos y algunos traducidos al español por primera vez.  El editor  Paul Viejo cuenta que su admiración  por Chéjov se inició en la adolescencia y cómo al leer   La dama del perrito y parecerle  que el relato contenía más de lo que le llegaba traducido marcó su vocación : "Chéjov fue el culpable de que estudiara filología eslava".   
EN FIESTAS es un relato particularmente breve y desolado. Aunque no sea tan nombrado como otros es uno de los grandes cuentos de  Chéjov  por la lucidez  con que capta la psicología de  personajes tan peculiares y diversos y por la delicadeza o asperezas con que convierte la narración en literatura pura.  
Es la  perfección chejoviana: el escritor toma un fragmento de  unas vidas en un tiempo limitado  y sin apenas anécdota  teje con sencillez y sutileza una totalidad  que vibra y  abarca mucho más  de lo escrito y de forma misteriosa llega al lector   el temblor del que  habla Peter Handke y  hace de Chéjov un genio inimitable. 
El cuento fue publicado en enero de 1900. traducción:  E. Podgursky.
                  El Mundo, dic 2016,Cosas de Anton Chéjov


 

EN FIESTAS
              
         ¿Qué hay que escribir?-preguntó Yegor, mojando la pluma en tinta 
Hacía ya cuatro años que Vasilisa no había visto a su hija Efimia. Esta, después de la boda, se había marchado con su marido a Petersburgo, desde donde envió dos cartas, no volviendo a recibirse más noticias de ella. La vieja, tanto al amanecer, mientras ordeñaba la vaca, como cuando encendía la estufa, o por la noche al dormitar, estaba siempre pensando en lo mismo: en si su Efimia vivía o no. Había que ponerla una carta, pero el viejo no sabía escribir y no tenía a quién pedir que lo hiciera por él.
He aquí, sin embargo, que llegaron las fiestas, y Vasilisa, incapaz de aguantar más tiempo, se fue a la taberna en busca de Yegor, el hermano del dueño, que de vuelta del servicio se pasaba allí el día de brazos cruzados y del que se decía sabía escribir cartas si se le pagaba bien.Cuando Vasilisa entró en la taberna se puso primeramente a charlar con la cocinera, luego con el ama y por último con el propio Yegor. La escritura de la carta quedó ajustada en quince kopeks. Ahora (esto ocurría en el segundo día de fiestas) en la taberna se hallaba sentado Yegor con la pluma en la mano, y ante él, Vasilisa, pensativa y con rostro afligido y preocupado. Junto a ella estaba Piotr, su viejo, hombre extremadamente alto y delgado, de calva color marrón.Este, inmóvil, miraba fijamente ante sí, como un ciego. Sobre el fogón, en una cazuela, se asaba carne de cerdo entre chasquidos y resoplidos que parecían emitir este sonido: "Flu,flu, flu"...La atmósfera era sofocante.
- ¿Qué hay que poner? -preguntó de nuevo Yegor.
-¿Cómo? -dijo Vasilisa, mirándole con enfado y recelo -.No me metas prisa. ¡No me estás escribiendo gratis!...Bueno...,escribe..."A nuestro amable yerno Andréi Jrisanfich y a nuestra única y amada hija Efimia Petrovna, enviamos un saludo profundo y cariñoso y nuestra bendición paternal".
-Bien...Siga. -

Al mismo tiempo les felicitamos por la Navidad. Nosotros nos encontramos en buena salud, lo que también deseamos les conceda el Señor Todopoderoso...
Vasilisa meditó un momento y cambió una mirada con el viejo.

-...que también deseamos les conceda el Señor Todopoderoso -repitió, echándose a llorar.
 
No pudo decir más. Antes, cuando pensaba sobre ello por las noches, le parecía que lo que tenía que decir no podía caber ni en diez cartas...¡Mucho tiempo había pasado desde que la hija se marchó con su marido!...¡Mucha agua había llevado el río!...Los viejos, como huérfanos, se pasaban las noches suspirando profundamente, como si la hija estuviera enterrada. Sin embargo,durante ese tiempo...¡cuántos acontecimientos de todas clases...,cuántas bodas y muertes había habido en el pueblo!...¡Qué largos inviernos!...¡Qué largas noches!...
-¡Hace un calor! -dijo Yegor desabrochándose el chaleco- ¡Estaremos lo menos a setenta grados!...¿Qué más?
Los viejos callaban.
-¿En qué se ocupa tu yerno? -preguntó Yegor.
-Antes era soldado, como sabes padrecito. Hicisteis juntos el servicio. Era soldado, pero ahora está colocado en Petersburgo, en un establecimiento de aguas. Allí el médico cura a los enfermos con agua, y él en su casa está de portero.

-Míralo puesto aquí -dijo la vieja sacándose una carta del pañuelo-. Es de Efimia y la recibimos, ¡sabe Dios cuánto tiempo hace! ¡Puede que ni viva ya!...
Yegor, tras un momento de meditación, se puso a escribir deprisa:

"En la actualidad, cuando la suerte le destina a cumplimentar el servicio militar, le recomendamos consulte el reglamento de penas pecuniarias y el código del ejército, por cuyas letras podrá apreciar la cultura de los miembros del Ministerio de la Guerra".
Mientras escribía iba leyendo en voz alta lo escrito, en tanto en que Vasilisa pensaba en que había que decir algo de la gran pobreza por la que habían pasado el año anterior y de que habían tenido que vender la vaca. Había también que pedir dinero, que decir que el viejo estaba enfermo y seguramente se moriría pronto...; pero ¿cómo expresar en palabras todo esto?...¿Qué era lo que había que decir primero y lo que había que decir después?-"Ponga atención en la lectura del quinto tomo del reglamento militar- proseguía escribiendo Yegor-.Soldado es nombre célebre, a todos común. Lo mismo se llama soldado el primero de los generales que el último de las filas".
El viejo movió los labios y dijo lentamente:-Quisiera conocer a los nietecillos.-¿Qué nietecillos? -preguntó la vieja mirándole enfadada-.¡A lo mejor no los hay!-¿Nietecillos?...¡O a lo mejor sí los hay!...¡Eso quien va a saberlo!...-"Ello le permitirá apreciar cuál es el enemigo exterior y cuál en interior. El principal enemigo interior es Baco".

La pluma chirriaba trazando sobre el papel unas filigranas en forma de ganchos de pesca. Yegor escribía sin prisa, releyendo después varias veces cada renglón. Satisfecho, sano, carirredondo, roja la nuca y sentado despatarrado en el taburete ante la mesa representaba la encarnación de una vulgaridad brutal, vanidosa e invencible, orgullosa de haber nacido y de haberse criado en una taberna.
Vasilisa no comprendía claramente, pero no podía expresarlo con palabras, teniendo que limitarse a observarle irritada y recelosa. Su voz, sus frases incomprensibles, el ambiente sofocante, le daban dolor de cabeza y embrollaban sus pensamientos. Ya no decía ni pensaba nada y esperaba solamente a que Yegor terminara de hacer chirriar su pluma, en tanto que la mirada del viejo revelaba una plena confianza.Tenía fe en la vieja, que le había llevado allí, y en Yegor, y antes, al mencionar el establecimiento balneario, podía verse que tenía fe en dicho establecimiento balneario, podía verse que tenía fe en dicho establecimiento y en las propiedades curativas de su agua. Cuando terminó de escribir, Yegor se levantó y leyó la carta desde el principio hasta el fin. El viejo, sin comprender nada, asentía con la cabeza, lleno de confianza.
-No está mal...Ha salido de corrido. No está mal.
Tras depositar sobre la mesa tres monedas de a cinco kopeks, abandonaron la taberna. El viejo fijaba ante sí una mirada inmóvil, como la de un ciego, plenamente confiado el rostro, mientras Vasilisa, al salir de la taberna, espantaba enfadada a un perro, diciendo:

.¡Uuuuu!...¡Maldito!
La vieja se pasó la noche en vela. Torturada por sus cavilaciones, se levantó al amanecer y tras decir sus oraciones se fue a la estación a echar la carta.
Tenía que recorrer once verstas.


                                                         II
El establecimiento balneario dirigido por el doctor B.O.Moselveiser estaba abierto el día de Año Nuevo, igual que cualquier otro; pero el portero Andréi Jrisanfich estrenaba galones en el uniforme, brillaban sus zapatos de un modo especial y felicitaba la entrada de año a cuantos venían, deseándoles mucha suerte.
Era por la mañana. En pie, junto a la puerta, Andréi Jrisanfich leía el periódico. A las nueve en punto hizo su aparición la figura familiar del general, uno de los clientes habituales, y tras él, el cartero.
Andréi Jrisanfich despojó al general de su capote y dijo:
-¡Feliz Año Nuevo! ¡Muchas felicidades excelencia!
-Gracias, amigo. Igualmente.
Luego, el general, mientras subía por la escalera, señalando a una puerta preguntó:
-Y en esa habitación, ¿qué hay? -siempre preguntaba lo mismo, olvidando inmediatamente la respuesta.
-Es el gabinete de masaje, excelencia.
Cuando los pasos de este se desvanecieron, Andréi Jrisanfich, echando una mirada al correo recién llegado, encontró una carta a su nombre. Después de abrirla y de leer unos cuantos renglones, despacio y con los ojos siempre en el periódico, se dirigió a su habitación, situada allí mismo, a un extremo del pasillo. Efimia, su mujer, sentada sobre la cama daba de mamar a un niño. Otro, algo mayor, junto a ella, apoyaba la cabeza en sus rodillas, mientras un tercero dormía sobre la cama.
Andréi entró en la habitación y entregó a su mujer la carta con estas palabras:
-Seguramente es de la aldea.
Luego volvió a salir, y sin apartar los ojos del periódico se detuvo en el pasillo,a poca distancia de la puerta. Podía oír la voz temblorosa de Efimia leyendo los primeros renglones. Leyó estos y no pudo seguir. La bastaban aquellos renglones...Echándose a llorar y cogiendo entre sus brazos a su hijo mayor, empezó a besarle y a decirle, sin que él pudiera comprender si lloraba o reía:
-¡Es de la abuela y del abuelo!...¡De la aldea!...¡Virgen Santísima!...¡La de nieve que habrá allí ahora!...¡Los árboles se ponen blancos, blancos!...¡Los niños se pasean en unos trineos chiquititos, y el abuelo, calvito, se está sentado en la yacija, al lado de la estufa..., y el perrito amarillo...¡Amados míos!...¡Queridos!... 
Andréi Jrisanfich recordó en este momento que su mujer le había dado dos o tres veces cartas rogándole que las enviara a la aldea; pero unas veces por unas cosas y otras por otras, nunca había podido hacerlo. Las cartas que no había mandado se habían extraviado por alguna parte.
-¡Por el campo corren liebres chiquititas!...proseguía Efimia, inundada de lágrimas y besando a su niño-. ¡El abuelo es muy bueno y muy tranquilo y la abuela también es muy buena!...¡En la aldea toda la gente es de corazón y tiene temor de Dios!...¡Allí hay una iglesia pequeñita y los campesinos cantan!...¡Si nos llevaras allí, Virgen Santísima, protectora nuestra!...
Mientras no venía nadie, Andréi Jrisanfich volvió a entrar en su habitación a fumar, y Efimia, de repente, se calló y se secó los ojos. Solo sus labios temblaban. Tenía mucho miedo a su marido. La mirada de este, sus paseos, la estremecían, llenándola de espanto. Ante él no se atrevía a pronunciar ni una sola palabra.
Andréi Jrisnfich había empezado a fumar; pero precisamente en aquel instante, sonó el timbre. Apagó el cigarrillo y, poniendo un rostro grave, corrió hacia la puerta de entrada.
Del piso superior, sonrosado y fresco por el baño, bajaba el general.
-Y en esta habitación...¿qué hay? -preguntó, señalando a una puerta.
Andréi Jrisanfich, cuadrándose, dijo en voz alta:
-¡La ducha sharko, excelencia!




Los cuatro tomos de Cuentos completos publicados por Páginas de Espuma:
Cuentos completos [1880-1885],2013

Cuentos completos [1885-1886],2014
Cuentos completos [1887-1893],2015
Cuentos completos [1894-1903], 2016


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martes, 27 de septiembre de 2016

¿Leer a Kafka vuelve más inteligente?




En 1919  se publicaron catorce narraciones breves de Franz Kafka  bajo el título  Un médico rural. Estaban  escritas con el lirismo seco, la ironía y el humor soterrados pero evidentes de su estilo conciso y exacto y usando simultáneamente distintos grados de realidad. 
Son historias alucinadas con  la perturbadora lógica de los sueños   que no parece pudieran ser  del agrado del severo progenitor, tal como nos lo hizo imaginar.  Por ello sorprende la dedicatoria: "A mi padre", el mismo año que escribe Carta al padre tan llena de autocompasión, reproches y amargura.
Como si Kafka pretendiera dilatar las capacidades cognitivas paternas para ser mejor comprendido, adelantándose a las universidades de California en Santa Bárbara y a la Británica de Columbia que, como publicó la prensa en su día,  tras una investigación rigurosa encontraron que la lectura de Un médico rural volvía más inteligentes a los lectores. Porque "cuando estamos expuestos a algo que básicamente no tiene sentido nuestro cerebro va a responder en busca de otro tipo de estructura". 
                                     La Razón,2010, cómo leer a Kafka hace más inteligente


Egon Schiele, h 1917


Un médico rural

Me hallaba en un gran aprieto:tenía que hacer un viaje urgente; un enfermo grave me esperaba en una aldea a diez millas de distancia; una fuerte tempestad de nieve llenaba el amplio espacio que mediaba entre él y yo; disponía de un coche ligero de grandes ruedas, exactamente idóneo para nuestras carreteras comarcales; enfundado en mi abrigo de piel,con el maletín de instrumentos en la mano, me hallaba listo para partir, en el patio;pero el caballo faltaba, el caballo. El mío había muerto la noche anterior debido al esfuerzo excesivo desplegado aquel gélido invierno; mi criada recorría ahora la aldea para conseguir un caballo prestado; pero no había esperanzas , yo lo sabía, y cada vez más agobiado por la nieve, cada vez más inmovilizado, aguardaba allí inútilmente.
En el portón apareció la muchacha, sola, y agitó la linterna; claro está ¿quién iba aprestar su caballo a esa hora para semejante viaje? Volví a atravesar el patio; no veía salida alguna; distraído, atormentado, golpeé con el pie la desvencijada puerta de la pocilga, que no se utilizaba desde hacía años. Se abrió y tableteó girando en sus goznes. Escapó una vaharada  de calor y cierto olor a caballo. Una débil linterna de establo oscilaba dentro, colgada de una cuerda. Un hombre acurrucado en el pequeño cobertizo mostró su rostro despejado, de ojos azules. "¿Quiere que enganche los caballos?", preguntó saliendo a gatas. Yo no supe qué decir y me incliné para ver que más había en el establo.La criada estaba de pie a mi lado. "Uno nunca sabe qué cosas tiene en su propia casa", dijo,y los dos nos reímos. "¡Hola, hermano; hola, hermana!", dijo el mozo de cuadra, y dos caballos, dos poderosos animales de potentes flancos, agachando como camellos las bien formadas cabezas, con las patas muy pegadas al cuerpo, salieron uno tras otro impulsados por la sola fuerza  de las ondulaciones de su tronco a través del vano de la puerta, que llenaron por completo.Y en el acto se irguieron sobre sus largas patas, exhalando un vapor denso de sus cuerpos. "Ayúdalo", dije, y la dócil muchacha se apresuró a alcanzar al mozo el atelaje del coche. pero en cuanto llega a su lado, el mozo la abraza y pega su cara a la de ella. La joven lanza un grito y busca refugio a mi lado; en la mejilla tiene dos hileras de dientes marcadas en rojo."¡Animal!", grito yo enfurecido, "¿quieres látigo?", pero en seguida recuerdo que es un extraño, que no sé de dónde viene y que me está prestando su ayuda espontáneamente cuando todos los demás me fallan. Como si leyera mis pensamientos, no me toma a mal la amenaza, sino que , sin dejar de ocuparse de los caballos, se vuelve una sola vez hacia mí."Suba", dice luego, y, en efecto, todo está listo. Me doy cuenta de que nunca he viajado en un tiro más hermosos y me subo muy contento. "Pero yo conduciré, tú no conoces el camino", digo. "Por supuesto", dice él, "yo no iré con usted, me quedaré con Rosa." "No", grita Rosa y se precipita hacia la casa con presentimiento cierto de la ineluctabilidad de su destino, oigo tintinear la cadena de la puerta, que ella echa; oigo el clic de la cerradura; veo cómo además  va apagando todas las luces del vestíbulo y las habitaciones para hacerse ilocalizable. "Tú vienes conmigo",le digo al mozo, " o renuncio al viaje, por muy urgente que sea. No pienso pagarlo dejándote la muchacha a cambio." "¡Arre!", dice él dando una palmada; el coche es arrastrado como un tronco en la corriente; aún oigo como la puerta de mi casa cede y se astilla bajo la embestida del mozo, luego mis ojos y oídos se llenan de un zumbido que invade uniformemente todos mis sentidos. pero esto también dura solo un instante, pues como si el patio de mi enfermo se abriese justo ante el portón de mi patio, ya estoy ahí; quietos se quedan los caballos; la nevada ha cesado; la luz de luna alrededor; los padres del enfermo salen precipitadamente de la casa; la hermana los sigue;me bajan casi en volandas del coche; no saco nada en claro de sus confusos parlamentos; en la habitación del enfermo el aire es irrespirable; la estufa descuidada humea; voy a abrir la ventana; pero antes quiero ver al enfermo.
                                                                Dibujos de Kafka
Enjuto, sin fiebre, ni frío ni caliente, vacíos los ojos, sin camisa, el joven se incorpora bajo el edredón de plumas, se abraza a mi cuello y me susurra al oído: "Doctor, déjeme morir".Miro a mi alrededor; nadie lo ha oído; los padres, mudos e inclinados hacia adelante, aguardan mi dictamen; la hermana ha acercado una silla par mi maletín. Abro el maletín y hurgo entre mis instrumentos; desde la cama, el joven no para de tender las manos hacia mí para recordarme su petición; yo cojo unas pinzas, las examino a la luz de la vela y vuelvo a guardarlas. "Sí", pienso blasfemando, "los dioses ayudan en casos semejantes, envían el caballo que falta, dada la prisa añaden incluso un segundo caballo,y, por si fuera poco, conceden también un mozo de cuadra." Solo entonces vuelvo a pensar en Rosa. ¿Qué hacer? ¿Cómo salvarla? ¿Cómo sacarla de debajo de ese mozo de cuadra estando a diez millas de ella, con unos caballos indómitos enganchados a mi coche? Y ahora esos caballos, que de algún modo han aflojado las riendas, de golpe abren desde fuera, no sé cómo, las ventanas, mete cada uno la cabeza por una, y observan al enfermo, impertérritos ante el griterío de la familia. "Regresaré ahora mismo", pienso,como si los caballo me invitasen a viajar, pero permito que la hermana que me cree aturdido por el calor, me quite el abrigo de piel. Me preparan una copa de ron, el viejo meda palmaditas en el hombro, como si el ofrecimiento de su tesoro justificara esa familiaridad. Yo niego con la cabeza; las pocas luces del anciano hacen que me sienta mal; solo por esa razón rechazo la bebida. La madre está junto a la cama y me atrae hacia allí; yo obedezco, y mientras uno de los caballos lanza un fuerte relincho hacia el techo de la habitación, pego la cabeza la pecho del muchacho, que se estremece bajo mi barba mojada. Se confirma lo que sabía: el muchacho está sano, con la irrigación sanguínea algo mala, saturado de café por su solícita madre, pero sano, y lo mejor sería sacarlo de la cama de un empujón. Como no aspiro a reformar el género humano, lo dejo ahí echado. He sido contratado por la autoridad del distrito y cumplo con mi deber hasta el límite, hasta un extremo casi excesivo. Aunque mal pagado, soy generoso y trato de ayudar a los pobres. Todavía he de ocuparme de Rosa, y puede que el joven tenga razón y también yo quiera morir. ¿Qué hago aquí, en este invierno interminable? Mi caballo reventó, y en el pueblo no hay nadie que me preste el suyo. He de sacar mi tiro de la pocilga; si por casualidad no fueran caballos, tendría que enganchar cerdos. Así es. Y con la cabeza hago una señal a la familia. No saben nada de todo esto, y si lo supieran , no se lo creerían.Escribir recetas es fácil, pero entenderse con la gente es en general difícil. Pues bien, mi visita ha llegado a su fin; una vez más me han vuelto a molestar inútilmente, ya estoy acostumbrado, con ayuda de mi campanilla de noche el distrito entero me martiriza, pero el que esta vez haya debido, además, sacrificar a Rosa, esa hermosa muchacha que ha vivido años en mi casa sin que yo la prestara casi atención...es un sacrificio demasiado grande, y de algún modo tendré que emplear toda suerte de argucias para de momento asimilarlo, para no arremeter contra esta familia, que ni con la mejor buena voluntad podrá devolverme a Rosa. Pero cuando cierro el maletín y hago un gesto para que me alcancen mi abrigo de piel mientras la familia está reunida, el padre olisqueando la copa de ron que tiene en la mano, la madre bañada en lágrimas y mordiéndose los labios, probablemente decepcionada por mí -¿qué espera en el fondo la gente?-, y la hermana agitando una toalla ensangrentada, de algún modo estoy dispuesto a admitir, si fuera necesario,que el joven acaso esté enfermo. Me acerco a él, me sonríe -¡ah!, ahora relinchan los caballos; en las altas esferas deben haber decretado, sin duda, que el ruido facilita el reconocimiento médico-, y me doy cuenta, ahora sí, de que el muchacho está enfermo. En su costado derecho, en la zona de la cadera, se ha abierto una herida grande como la palma de la mano. Rosada, con muchos matices, oscura en lo más profundo, más clara hacia los bordes, suavemente granulada, con la sangre distribuida irregularmente, abierta como una mina en pleno día. Tal es su aspecto a distancia. De cerca aparece una nueva complicación. ¿Quién podría mirarla sin dejar escapar un silbido? Unos gusanos del largo y grosor de mi dedo meñique, rosados de por sí y salpicados además de sangre, se retuercen  en el interior de la herida, buscando la luz con sus cabecitas blancas y un sinnúmero de patitas. Pobre muchacho, ya nada puede hacerse. He descubierto tu gran herida; esta flor en tu costado acabará contigo. La familia está feliz, me ve en acción; la hermana se lo dice a la madre, la madre al padre, el padre a algunos invitados que, manteniendo el equilibrio con los brazos extendidos, entran de puntilla por el claro de luna de la puerta abierta. 
                                                                   
"¿Me salvarás?", susurra el joven sollozando, totalmente deslumbrado por la vida de su herida.Así son las gentes de mi comarca. Exigen siempre lo imposible al médico. Han perdido la antigua fe; el cura se queda en casa y deshilacha una tras otra las casullas; pero el médico ha de conseguirlo todo con su tierna mano quirúrgica. Bueno, como queráis: no soy yo quien se ha ofrecido; si me utilizáis con fines sagrados, también lo consentiré; ¡qué más querría yo, viejo médico rural al que han arrebatado su criada!Y entonces vienen la familia y los ancianos del pueblo y me desvisten; un coro escolar con el maestro a la cabeza se instala ante la casa y canta una melodía sumamente sencilla con la siguiente letra: 
¡Desnudadlo y curará,/y si no cura matadlo!/ Solo es un médico, un médico nada más. 
Ya estoy desvestido, y con los dedos en la barba y la cabeza gacha, observo muy tranquilo a la gente. Estoy completamente sereno, con pleno dominio de la situación, y así permanezco, pero de nada me sirve, pues ahora me cogen por la cabeza y los pies y me llevan a la cama. Me acuestan contra la pared, al costado de la herida. Luego salen todos de la habitación; la puerta se cierra; el canto enmudece; unas nubes cubren la luna; la ropa de cama me envuelve cálidamente; como sombras oscilan las cabezas de los caballos en el vano de las ventanas. "¿Sabes?", oigo que me dicen al oído, "tengo poca confianza en ti. A ti también te han arrojado aquí desde algún sitio, no has venido por tu propio pie. En vez de ayudarme, estrechas todavía más mi lecho de muerte. Me encantaría arrancarte los ojos." "Así es", digo yo, "es una ignominia. Pero resulta que soy médico. ¿Qué puedo hacer? Créeme, yo tampoco lo tengo fácil." "¿Y quieres que me conforme con esta disculpa? ¡Ah, me temo que sí! Siempre debo conformarme. Con una hermosa herida vine al mundo:esa fue toda mi dote." "Joven amigo, digo yo, "tu fallo es no tener una visión de conjunto. Yo, que he estado en habitaciones de enfermos en varias leguas a la redonda, te digo: tu herida no es tan mala. Te la hicieron con dos golpes de azadón en ángulo agudo. Muchos ofrecen el costado y apenas si oyen el azadón en el monte, y menos aún cuando se les acerca." "¿Es realmente así o me engañas en el delirio de la fiebre?" "Así es realmente, acepta la palabra de honor de un médico oficial". Y guardando silencio la aceptó.Pero ya era hora de pensar en mi salvación. Los caballos aún seguían fielmente en sus puestos. En un instante recogí la ropa, , el abrigo de piel y el maletín; no quise perder tiempo vistiéndome; si los caballos corrían tanto como en el viaje de ida, saltaría en cierto modo de esta cama a la mía. Obediente, uno de los caballos se apartó de la ventana; arrojé el fardo al carruaje; el abrigo de piel voló demasiado lejos, quedó sujeto a un gancho solo por las mangas. Suficiente. Monté de un salto a uno de los caballos: las riendas sueltas, un caballo apenas enganchado al otro, el carruaje detrás dando tumbos, y, por ultimo, el abrigo de piel arrastrándose sobre la nieve. "¡Arre!, dije, pero no hubo galope, lentamente, como ancianos, echamos a andar por el desierto de nieve; largo rato sonó tras de nosotros el nuevo pero errado canto de los niños: 
¡Alegraos pacientes,/ os han metido al médico en la cama! 
A este paso nunca llegaré a casa; mi floreciente consulta está perdida; un sucesor me roba, pero en vano, pues no puede sustituirme; en mi casa el repugnante mozo de cuadra hace estragos; Rosa es su víctima; no quiero ni pensarlo. Desnudo, expuesto a la helada de esta época aciaga, con un carruaje terrenal y unos caballos no terrenales, vago por los campos, yo, un hombre viejo.Mi abrigo de piel cuelga detrás del carruaje, pero no puedo alcanzarlo y nadie entre la turba movediza de los pacientes mueve un dedo. ¡Engañado!¡Engañado! Una vez que se ha seguido la falsa llamada de la campanilla nocturna...ya nada puede hacerse.


Franz Kafka, Narraciones y otros escritos, Galaxia Gutenberg,2003