"¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko, el periodista y narrador radical, cuando acababan de conocerse- Así." Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko- tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndomelo delante dijo: " Si usted quiere mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero."Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: "Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero". V.NABOKOV/"Chéjov"


"¿Has visto alguna vez un montaje realmente hermoso de, digamos, "El jardín de los cerezos"? No me digas que sí. Nadie lo ha visto. Puede que hayas visto "montajes inspirados, montajes eficaces", pero nunca algo hermoso. Nunca una versión en la cual todos los que salen al escenario estén a la altura del talento de Chéjov, matiz por matiz, carácter por carácter."-J.D.Salinger

Letras Libres: 17 enero 2020 ***Feliz cumpleaños,Anton Chéjov

jueves, 8 de noviembre de 2018

"ASESINATO EN SARAJEVO"




I.B. Singer pasó su infancia en el guetto de Varsovia en el número 10 de la calle Krochmalna y más tarde en el 12. Tras el levantamiento judío contra los nazis en 1943 el guetto fue arrasado y los últimos supervivientes trasladados a Treblinca y otros campos. Hoy Krochmalna es una calle nueva, con edificios modernos, sin el color y el carácter que tuvo. Pero Singer en 1935 la llevó consigo al exilio tal como era, con sus instituciones judías, el yiddish,  su bullicio, sus personajes, sus historias , su infancia...y fue una fuente inagotable de inspiración. Es la calle que recuerda en la autobiografía de juventud "En el tribunal de mi padre" y en otras muchas de sus inolvidables historias.
En " Asesinato en Sarajevo" un Singer de diez años evoca como vivió la calle Krochmalna el estallido de la cercana  guerra mundial. La Gran Guerra (28 de julio de 1914- 11 de noviembre de 1918): entre nueve y diez millones de muertos y veinte millones de heridos .Hoy su horror parece lejano pero de su final sólo se cumplen mañana cien años./10nov.2018
Algunas datos  sobre Isaac B.Singer (en otro post)


            ASESINATO EN SARAJEVO
DURANTE largo tiempo mi familia discutió la posibilidad de que nos mudáramos de nuestro departamento en el número 10 de la calle Kronchmalna, donde usábamos una lámpara a kerosén porque no había gas y compartíamos un retrete en el patio con todos los demás ocupantes del edificio.Este retrete fue un veneno de mi infancia. Estaba siempre oscuro y mugriento. Por todas partes había ratas y ratones, en el suelo y en el techo. A causa de esto,muchos niños sufrían de constipación y de desórdenes nerviosos.   
   La escalera era otra plaga, porque muchos niños la preferían al retrete. Y lo peor es que algunas mujeres la usaban para arrojar la basura. El portero, que debía encender lámparas en la escalera, rara vez lo hacía, y en todo caso las apagaba a las diez y media de la noche. Las pequeñas lámparas manchadas de humo daban tan poca luz que a su alrededor la oscuridad parecía más espesa. Cuando yo usaba esta roñosa escalera, me perseguían todos los demonios y los malos espíritus de que hablaban los padres para probar a los niños mayores que existía Dios y que había una vida futura. Los gatos corrían junto a mí.Detrás de alguna puerta cerrada se oía gemir a los muertos. En la puerta del patio tal vez esperara una procesión para un funeral. Cuando llegaba a mi puerta estaba sin aliento.Comencé a tener pesadillas, tan horripilantes que me despertaba bañado en sudor.   
   Ya nos resultaba bastante difícil pagar los veinticuatro rublos por un departamento al frente con balcón; entonces ¿cómo podríamos permitirnos mudarnos al número 12 de la calle Krochmalna, con luz de gas y cuartos de baño y un alquiler de veintisiete rublos? Pero decíamos que cambiar de lugar cambiaría nuestra suerte...
   Era en la primavera de 1914.Todos nos aconsejaban que nos mudáramos. El dueño de la casa del número 12, Leizer Przepiorko, era un millonario ortodoxo. Tenía reputación de avaro, pero nunca había desalojado a un judío. El administrador de la casa, Reb Isaías, era un viejo jasid de Kotzk, amigo de mi padre. Como el número 12 tenía una entrada que daba a Mirowski, a la feria, papá sería a la vez rabino de las calles Krochmalna y Mirowski. Además para esa época había muchos juicios, casamientos y divorcios que significaban dinero extra para nosotros. Decidimos mudarnos.El edificio del número 12 era como una ciudad. Tenía enormes patios. La oscura entrada siempre olía a pan y a masitas recién horneadas, a semilla de amapola y a humo Los panes con levadura de Koppel del panadero siempre estaban fuera, apilados sobre tablas. En el numero 12 también había casas de estudios jasídicos, la de Radymin y la de Minsk, y una sinagoga para los que se oponían al jasidismo. También había un establo en que tenían a las vacas encadenadas a la pared todo el año. En algunos sótanos había fruta almacenada por los comerciantes de Mirowski; en otros huevos conservados en cal.Llegaban allí carros desde las provincias. El número 12 rebosaba de Torá, plegarias, comercio y actividad. Nadie sabía de lámparas de kerosén. Algunos departamentos hasta tenían teléfono. Pero la mudanza no fue fácil, aunque los números diez y doce eran casas contiguas. Tuvimos que cargar nuestras cosas en un carro, y algunas se rompieron. Nuestro ropero era increíblemente pesado, una fortaleza con cabezas de león sobre puertas de roble y una cornisa tallada que pesaba una tonelada. No me imagino cómo lo habrían trasladado desde Bilgoray.
Hacía años que los periódicos hablaban de la situación explosiva en los Balcanes y de la rivalidad entre Inglaterra y Alemania. Pero en casa ya no había más periódicos. El que los traía era mi hermano Israel Josué, que se marchó después de una discusión con mi padre. 
El departamento estaba recién pintado; enfrente había una panadería y la ventana de la cocina daba a una pared. Había cinco o seis pisos sobre el nuestro.

 Resultado de imagen de Plano del gueto de Varsovia
Jamás olvidaré la primera vez que encendí la lámpara de gas de dos mecheros. Quedé deslumbrado e intimidado por la extraña radiación que llenó el departamento y que hasta parecía penetrarme el cráneo. A los demonios les resultaría muy difícil esconderse allí.El cuarto de baño me encantaba. Lo mismo el horno de gas en la cocina. Ya no era necesario hacer  fuego para para preparar el té ni acarrear carbón. Bastaba con acercar un fósforo y ver encenderse la llama azul. Tampoco tendría que traer botellones de kerosén del almacén,ya que había un medidor de gas donde se insertaba una moneda de cuarenta groschen para obtener el gas. Y yo conocía mucha gente allí porque era en el patio de esa casa donde oraba. Por un tiempo llegó la buena suerte que nos predecían.Papá tuvo numerosos juicios. Las cosas marcharon tan bien ese año que papá decidió inscribirme una vez más en el jéder. Yo ya había pasado la edad de ir al jéder, ya que sabía leer solo una página del Talmud, y también algunos de los Comentarios. Pero en la calle Twarda, número 22, había un jéder especial para muchachos mayores donde el maestro disertaba en lugar de estudiar con los alumnos. Algunos de mis amigos de otros jéder asistían. 
Por esa época yo leía libros prohibidos y había adquirido un placer en la herejía; por lo tanto era un poco ridículo que fuera otra vez al jéder. Mis amigos y yo nos reíamos del maestro, que tenía barba amarilla  y ojos saltones, hablaba con acento ridículo, comía cebolla cruda y fumaba un tabaco apestoso en una pipa larga. Estaba divorciado y los casamenteros venían a murmurar propuestas en sus orejas peludas... 
De pronto hubo rumores de guerra. Decían que habían matado al Príncipe de la Corona de Austria. Los periódicos publicaron ediciones especiales, impresas en un sólo lado, con gigantescos titulares. Al hablar de política, nosotros, los muchachos, decíamos que era preferible que ganase Alemania...¿qué se ganaría con la dominación rusa? Con la ocupación alemana todos los judíos tendrían que usar chaqueta corta, y la escuela secundaria sería obligatoria. ¿Qué podía ser mejor que ir a escuelas seculares con uniformes y gorras con adornos? Al mismo tiempo estábamos convencidos (mucho más que el gobierno alemán) de que la fuerza de Alemania nunca podría enfrentar a las fuerzas combinadas de Rusia Francia e Inglaterra. Un muchacho especulaba que, debido a que en los dos países se hablaba el mismo idioma, resultaría natural que Norteámerica participara para ayudar a Inglaterra... 
Mi padre comenzó a leer los periódicos. Prevalecían las palabras nuevas: movilización, ultimatum,neutralidad. Los gobiernos rivales enviaron notas. Los reyes se escribieron cartas llamándose Nicky y Willy. La gente común, los obreros , los porteros, formaban grupos en la calle Krochmalna para hablar de las condiciones.De pronto llegó el noveno día de Ab, el domingo que es el día de ayuno postergado. También fue el comienzo de la guerra.

                 Las mujeres andaban por todas partes, comprando comida.Pequeñas como eran, cargaban enormes canastos de harina, sémola, alubias y todo lo que encontraban en las tiendas, que estaban cerradas la mitad del tiempo.Primero los comerciantes rechazaban los billetes de banco ajados, luego pidieron monedas de oro y de plata en lugar de papel. Comenzaron a acaparar sus existencias para aumentar los precios.La gente tenía ánimo festivo como en Purim. Las mujeres seguían llorosas a sus maridos, judíos con barba con pequeños alfileres blancos en la solapa, que indicaban que habían sido llamados al servicio militar. Perturbados y divertidos a la vez, los hombres marchaban por la calle mientras sus hijos los seguían con palos al hombro y daban órdenes militares. 
Al volver de la casa de estudios de Razymin, papá anunció que había oído que la guerra terminaría en dos semanas.-Tienen cañones  que pueden matar mil cosacos de un solo disparo.-Qué desgracia -lloraba mamá-. ¿A dónde va el mundo?Papá la consolaba:-Bien, ya no habrá que pagar el alquiler.Mamá proseguía:-¿Y quién querrá juicios? ¿De dónde sacaremos el dinero para comer? 
Teníamos problemas. Ya no llegaban cartas de mi hermana que estaba en Amberes, y mi hermano Israel Josué, que tenía 21 años, debía presentarse para hacer el servicio militar  en Tomaszow, el pueblo natal de mi padre. No teníamos dinero para aprovisionarnos de comida como nuestros vecinos.Sabiendo que llegaría a pasar mucho hambre, experimenté un apetito voraz. Comía insaciablemente. Mamá volvía agitada de la calle gimiendo por la escasez de alimentos. 
Ahora por primera vez comencé a oír comentarios desagradables sobre los judíos de la calle. Los comerciantes judíos, lo mismo que los gentiles, escondían la mercancía, elevaban los precios y trataban de capitalizarse con la guerra. Moshe, el de la papelería, que vivía en nuestro edificio, alardeaba de que su mujer había gastado quinientos rublos en comestibles.-Gracias a Dios -dijo- , tengo provisiones para un año. ¿Cuánto puede durar la guerra? -Y se acariciaba sonriente la barba plateada. 
Había bastante confusión. Los jóvenes con tarjeta azul tenían permiso para estudiar el Talmud,pero, plácidos y preocupados, los de la tarjeta verde trataban de adelgazar para evitar el reclutamiento. Los hombres que vendían harina y sémola tenían suerte, pero no tanta los encuadernadores, los maestros y los escribientes sin trabajo.Los alemanes tomaron Kalisz, Bedzin y Czestochowa. Yo sentía el peso de la madurez y esperaba una catástrofe misteriosa. Se me ocurría que si hubiésemos aceptado la falta de baños y de gas en el número 10, podríamos habernos salvado de esto...Esta era la guerra entre Gog y Magog, decía papá. Y todos los días descubría nuevos presagios que anunciaban la llegada del Mesías...                                                           
Más historias de I.B.Singer:
I.B. Singer y "Un amigo de Kafka" 
Un día en Coney Island



Isaac Bashevis Singer, "En el tribunal de mi padre",Mila Editor,Buenos Aires, 1988







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