"¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko, el periodista y narrador radical, cuando acababan de conocerse- Así." Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko- tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndomelo delante dijo: " Si usted quiere mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero."Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: "Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero". V.NABOKOV/"Chéjov"


"¿Has visto alguna vez un montaje realmente hermoso de, digamos, "El jardín de los cerezos"? No me digas que sí. Nadie lo ha visto. Puede que hayas visto "montajes inspirados, montajes eficaces", pero nunca algo hermoso. Nunca una versión en la cual todos los que salen al escenario estén a la altura del talento de Chéjov, matiz por matiz, carácter por carácter."-J.D.Salinger

Letras Libres: 17 enero 2020 ***Feliz cumpleaños,Anton Chéjov

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Anton Chéjov escribe una carta a Dimitri Grigorovich



Si en 
Anton Chéjov recibe una carta se puede leer el mensaje cálido pero apremiante que el escritor y reconocido intelectual ruso Dimitri Grigorovich envió el 25 de marzo de 1886 a un desconocido joven médico  que escribía relatos, ésta es  la carta con que tres días después  le respondió  el escritor que se creía sólo un "aficionado",y acabaría siendo -Anton Chéjov-.
 






A DIMITRI v. GRIGOROVICH
Moscú,28 de marzo de 1886


Su carta, mi querido y buen bienhechor,me ha impactado como un rayo. Me conmovió y casi rompo a llorar. Ahora pienso que ha dejado una profunda huella en  mi alma. Del mismo modo que usted ha acariciado mi juventud, quiera Dios se sosiegue su vejez, pues no encuentro palabras ni hechos para agradecérselo. Ya sabe con qué ojos mira la gente corriente a los elegidos como usted; por eso puede juzgar qué representa para mi amor propio su carta. Está por encima de cualquier diploma y para un escritor principiante representa los honorarios presentes y futuros.Estoy embriagado. No tengo fuerzas para juzgar si merezco o no esa alta recompensa. Le repito únicamente que me ha impactado.

Si tengo un don que deba ser respetado, le confieso, ante la pureza de su corazón, que hasta ahora no lo respeté. Sentía que lo tenía, pero me acostumbré a considerarlo insignificante. Para que un organismo sea injusto consigo mismo, receloso y desconfiado, son suficientes razones de naturaleza puramente externa. Y, si mal no recuerdo, tales razones abundan en mí.Todas las personas cercanas a mí han menospreciado mi actividad de escritor y no han cesado de aconsejarme amistosamente que no cambiara mi ocupación actual por la de escritor. Tengo en Moscú cientos de conocidos, entre ellos dos docenas que escriben y no puedo recordar ni a uno solo que haya visto en mí a un artista. En Moscú existe el llamado "círculo literario". Talentos y mediocridades de cualquier pelaje y edad se reúnen una vez por semana en el reservado de un restaurante y derrochan sus lenguas. Si fuera allí y les leyera una parte de su carta se reirían de mí. Tras cinco años de deambular por los periódicos he logrado compenetrarme con esa opinión general de mi insignificancia literaria. En seguida me acostumbré a mirar mis trabajos con indulgencia y a escribir de manera trivial.Esa es la primera razón...La segunda es que soy médico y siento una gran pasión por la medicina, de modo que el proverbio sobre las dos liebres* nunca quitó tanto el sueño como a mí.

Le escribo todo esto sólo para justificar un poco ante usted mi gran pecado. Hasta ahora he mantenido, respecto a mi labor literaria, una actitud superficial, negligente y gratuita. No recuerdo ni un solo cuento mío en el que haya trabajado más de un día. "El cazador", que a usted le gusta, lo escribí en una casa de baños. He escrito mis cuentos como los reporteros que informan de un incendio: mecánicamente, medio inconsciente, sin preocuparme para nada del lector ni de mí mismo...He escrito intentando no desperdiciar en un cuento las imágenes y los cuadros que quiero y que, sabe Dios por qué,he guardado y escondido con mucho cuidado.

Lo primero que me llevó a la autocrítica fue una carta muy amable y, por lo que entiendo, sincera de Suvorin. Comencé entonces a prepararme para escribir algo más serio, pero, a pesar de todo, no tenía fe en mi valía literaria.

Y entonces, inesperadamente, me llegó su carta. Disculpe la comparación, pero ha actuado en mí como la orden gubernamental de "abandonar la ciudad en veinticuatro horas", esto es,de pronto he sentido la imperiosa necesidad de darme prisa, de salir lo antes posible del lugar donde me halló empantanado...

Estoy de acuerdo en todo con usted. El cinismo que me señala, lo sentí al ver publicado "La bruja". Si hubiera escrito ese cuento no en un día, sino en tres o cuatro, no lo habría...

Me libraré de los trabajos urgentes, pero me llevará tiempo...No es posible abandonar el carril en que me encuentro. No me importa pasar hambre, como ya pasé antes, pero no se trata de mí...Dedico a escribir mis horas de ocio, dos o tres por día y un poco de noche, esto es, un tiempo apenas suficiente para pequeños trabajos. En verano, cuando tenga más tiempo libre y menos obligaciones, me ocuparé de asuntos serios.

No puedo poner mi verdadero nombre en el libro, porque ya es tarde:la viñeta ya está preparada y el libro, impreso. Mucha gente de San Petersburgo me ha aconsejado, antes que usted, no echar a perder el libro con un seudónimo, pero no les he hecho caso, probablemente por amor propio.No me gusta nada mi libro**. Es una vinagreta, un batiburrillo de trabajos estudiantiles, desplumados por la censura y por los editores de las publicaciones humorísticas. Creo que, después de leerlo, muchos se sentirán decepcionados. Si hubiera sabido que usted me lee y sigue mis pasos, no lo habría publicado.

La esperanza está en el futuro. Sólo tengo veintiséis años. Quizás me de tiempo a hacer algo, aunque el tiempo pasa deprisa.

Le pido disculpas por esta carta tan larga. No se lo recrimine a quien por primera vez en su vida se atrevió a deleitarse con el placer de escribir una carta a Grigorovich.

Envíeme, si es posible, su tarjeta de visita. Me siento tan inquieto y colmado de atención por usted, que me parece que le escribiría no una hoja, sino toda una resmilla. Que el señor le otorgue felicidad y salud.
Con profundo y sincero respeto y agradecimiento,
Antón Chéjov


*Alusión al proverbio ruso:"El que sigue dos liebres, tal vez cace una, y muchas veces ninguna".
**Chéjov se refiere a su segundo libro, "Cuentos abigarrados".
 
 El texto está en  "A.Chéjov, Sobre literatura y vida",editado admirablemente,por Páginas de Espuma, como antes editaron sus "Cuentos completos" en cuatro tomos. 

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