Son dos actores que magnetizan la pantalla; ella por su capacidad para proyectar belleza y luz y transmitir credibilidad; él por su elegancia y sensibilidad para expresar ironía, sarcasmo , pero también inteligencia y áspera ternura. La película es de 1954, con guión de Vitaliano Brancati y del propio Rossellini.
Continúa siendo la buena película que se esperaba . Los protagonistas no han perdido su atractivo, las imágenes son expresivas y el blanco y negro deslumbrante. El argumento se puede sinterizar de forma breve: un matrimonio inglés en crisis y a punto de separarse hace un viaje a Nápoles para vender una propiedad que han heredado.
Hacia el minuto 20 de los 90 que dura la protagonista repite ensimismada unos versos y su marido le pregunta de quién son. "De Charles Liutton", responde,un poeta que conoció hace mucho; "era sutil, rubio,alto..."; el marido pregunta si estuvo enamorada de él y añade que apenas le conoció, sólo de pasada y le recuerda teniendo que abandonar un concierto debido a las toses...Ella comenta con pesar como la víspera de viajar a Londres para casarse, sintió unas piedrecitas contra el cristal de la ventana, se asomó y era el poeta que había venido a despedirla; allí estaba en medio de la noche, temblando bajo la lluvia ....
En medio del diálogo se activa un recuerdo, una asociación, porque suena a algo ya leído, ya visto y oído que conduce hasta Los Muertos, el cuento de Dublineses .Sólo que en la narración de Joyce el recuerdo del lejano episodio es evocado cuando suena la canción La joven de Aughrim y en la película por un breve poema. Por un momento se cree que Rossellini copia simplemente, pero se recuerda que los esposos en el hotel de Nápoles están inscritos con el nombre de Joyce: "Tenemos habitaciones reservadas a nombre de Joyce" ( son Katherine y Alex Joyce) y la escena se entiende mejor como un homenaje...
Seguro que John Huston temprano conocedor y amante de la obra de Joyce, y que finaliza su propia obra con The Dead, se dio cuenta de todo la primera vez que vio la película de Rossellini en los años cincuenta.
Una de las obras más silenciosamente revolucionarias de la historia del cine, [...] Del ejemplo de Rossellini, los jóvenes críticos franceses de la Nouvelle Vague aprendieron a fusionar el estilo de estudio con los métodos documentales y a hacer dramas en altorrelieve con un bajo presupuesto.
—Richard Brody/ The New Yorker
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